En los últimos diez años, el porcentaje de hogares españoles sin conexión a Internet de buena calidad ha bajado del 40% al 5%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Las viviendas sin ordenador disponible han pasado del 30% a 19%, mientras que en un 99,5% de ellas hay al menos un teléfono móvil.
La brecha digital
Se entiende por brecha digital la desigualdad entre las personas que pueden tener acceso o conocimiento en relación a las nuevas tecnologías y las que no. Las desigualdades se producen tanto en el acceso a equipamientos, como en la utilización y la comprensión de las que ya se encuentran a nuestro alcance.
Sin embargo, el porcentaje restante de nuestro país que aún no ha alcanzado a salir de la brecha digital, se ha visto especialmente perjudicado durante la pandemia. Debido a los confinamientos sucedidos a lo largo de estos meses, la reducción de aforos, y la prohibición o recomendación de evitar la presencialidad, la mayoría de los trámites han ido realizándose a través de internet.
Desconexión con la administración
Nos encontramos con que, según datos el INE de 2020, casi un 35% de los españoles no sabe cómo comunicarse con las Administraciones Públicas por medios electrónicos al no tener los conocimientos necesarios. Además, aproximadamente un tercio dice que no sabe comprar por Internet.
Colectivos vulnerables
Coincide que dentro de estos porcentajes se incluyen en su mayoría los colectivos más vulnerables, como, por ejemplo, personas sin hogar, personas en riesgo de exclusión social, personas extranjeras, personas con discapacidad y personas mayores.
En el ámbito escolar muchas fueron las familias, al menos un 10% de los menores escolarizados. Las que tuvieron múltiples dificultades durante el confinamiento para seguir las clases de manera online, a través de las plataformas estipuladas por cada centro educativo.
En cuanto a los trámites por parte de las administraciones, la mayoría necesitaban de conexión a internet y conocimientos de manejo. No todo el mundo sabe navegar por la red, moverse a través de las sedes electrónicas, y mucho menos, realizar solicitudes sin asesoramiento alguno.
Otro de los grandes problemas fue el certificado electrónico o Cl@ve, imprescindible para realizar la mayoría de dichos trámites, y con los que solo una parte de la población contaba, mayoritariamente, gente joven con cierto nivel educativo.
Mayores y tecnología
Las personas mayores han sido otro de los colectivos más perjudicados por la digitalización en la pandemia. Uno de cada dos mayores carece de habilidades tecnológicas. Un alto porcentaje de las personas mayores realizan sus trámites de manera presencial. Existe incluso un alto porcentaje de personas mayores que no usa los cajeros automáticos, si no que retira el dinero directamente en ventanilla.
¿Cómo podíamos pedirles a esas personas que de la noche a la mañana utilizasen un ordenador para realizar sus gestiones?
Esto ha creado una mayor vulnerabilidad y dependencia para ellos, ya que han ido necesitando de otras personas para que les ayuden con sus trámites y solicitudes.
Desempleados en tiempos de pandemia
Otro colectivo perjudicado con la brecha digital y la pandemia ha sido el de las personas desempleadas.
Las renovaciones de la demanda de empleo, las renovaciones o nuevas solicitudes de prestaciones o subsidios, así como el acceso a procesos selectivos de empleo. Se han estado realizando de manera online desde que comenzó el estado de alarma el año pasado.
Personas de cierta edad que, ahora se han visto desempleadas, han tenido que manejarse casi sin ayuda por parte de los servicios de empleo y orientación laboral. Esto desemboca en que el reto de encontrar empleo sea mucho mayor, corriendo el riesgo de acabar siendo unos excluidos por la brecha digital.
Si nos centramos en los más vulnerables, nos encontramos con hogares que apenas cuenta con un teléfono móvil, y en ocasiones, sin acceso a tarifa de datos, dependiendo del wifi público. Por supuesto, no cuentan con certificado electrónico, incluso no cuentan con dispositivos como un ordenador o una Tablet.
La brecha digital y las personas sin hogar
Todo ello sin mencionar a las personas sin hogar, o que viven en campamentos y chabolas, que carecen de techo o electricidad.
Esas personas dependían de acudir de manera presencial a los organismos para realizar sus trámites. Cosa que durante esos últimos meses les ha resultado casi imposible, dejando desprotegidos a quienes más lo necesitan, incluso desde antes de la pandemia.
En cuanto a las personas con discapacidad, dependencia o extranjeras que no hablen bien el idioma, ha ocurrido más de lo mismo.
Y ya no solo con el acceso a dispositivos y navegación online, si no que, en el caso de poder acudir a presencialidad, en la mayoría de los lugares no dejaban pasar a más de una persona. Impidiendo así que los acompañase alguien que les pudiese explicar, ayudar o traducir, quedando desprotegidos de manera inmediata.
Mejorar la digitalización
Meses atrás el Gobierno anunció que destinaría 15.000 millones del fondo de recuperación europeo a varios programas para mejorar la digitalización. Uno de ellos está centrado específicamente en la «alfabetización digital» de los ciudadanos.
Tenemos en cuenta también el compromiso del Gobierno en su Agenda Digital de ofrecer conexión de 100 MB para el 100% de la población en 2025.
Sin embargo, habría también que solventar de la falta de recursos en cuanto a dispositivos. Así como el poner a disposición de la ciudadanía más vulnerable recursos digitales públicos y de calidad como alternativa válida. Ya que, en muchas ocasiones, los recursos disponibles en centros cívicos o bibliotecas son insuficientes, anticuados y con una conexión a internet casi nula.
Aun queda mucho trabajo por hacer para lograr cerrar la brecha digital. Una brecha que, como ha ocurrido con casi todas las problemáticas de nuestra sociedad, se ha visto empeorada debido a la crisis sanitaria por el coronavirus.