Es evidente y por todos conocido, que la crisis por la pandemia del coronavirus, nos ha traído graves daños en el panorama laboral. Miles de personas se han visto afectadas por las restricciones; despidos, ERTE, reducciones de jornada, etc.
El 2020 se cerró con una pérdida global de 622.000 empleos y un aumento de 527.900 parados. Lo que también significa que la población activa se ha reducido en más de 90.000 para cerrar con 19,34 millones de ocupados.
Pero las consecuencias no se quedan aquí, si indagamos un poco más, nos encontramos con que algunos de los grandes problemas laborales que ya existían se están agravando. Suponiendo un tremendo atraso en cuanto a los derechos y garantías de las personas.
Caída de contratos fijos, temporales y jornadas completas
Los contratos temporales son los primeros que han caído al comienzo de la pandemia, sin embargo, no solo ha afectado a este tipo de contratación.
Los empleados de jornadas completas han visto reducidas sus horas de trabajo, pasando a ocupar medias jornadas o incluso menos horas. Además, los empleados indefinidos también se han visto afectados. Muchos han visto como su puesto de trabajo ha tenido que ser eliminado, perdiendo así su medio de vida y una fuente de ingresos que se creía estable.
Horas extra y trabajo no remunerado
Ha ocurrido que numerosas empresas se ha aprovechado de la situación de incertidumbre provocada por la pandemia. En lugar de contratar, han optado por abusar de sus empleados, a los que han cargado con más responsabilidades y volumen de trabajo, no siendo remunerados a consecuencia de ello. A través del teletrabajo se han producido muchas de estas injusticias.
En muchas ocasiones el teletrabajar desde casa supone que no se delimiten bien las horas de trabajo, acabando por implicar al empleado durante todo el día, y sin posibilidad de descanso y desconexión. Al final, esto se traduce en muchas más horas de trabajo que ni se cotizan ni se remuneran.
Empleo juvenil
Teniendo en cuenta que las políticas para la inclusión de jóvenes en el mercado laboral, ya eran escasas y deficientes. La pandemia no ha hecho más que agravar esta situación.
Como ya hemos hablado en un párrafo anterior, los empleos temporales han sido los primeros en reducirse, y estos, mayormente eran ocupados por jóvenes. Además, los planes de empleo se están viendo reducidos o paralizados. Afectando también a los cursos de formación con practicas laborales orientados a la integración en el mercado laboral.
La mujer en el mercado laboral
Si bien puede parecer que la mujer está integrada en el mercado laboral de manera igualitaria a los hombres desde hace muchos años. La realidad es que este hecho no es cierto, en la medida necesaria para que llegue a considerarse en igualdad.
Al comienzo de la pandemia comenzó un proceso de expulsión del mercado laboral. Entre otros motivos, por ocupar puestos de mayor precariedad que los hombres y verse expuestas en mayor medida a la destrucción del empleo. Otras tantas han tenido que salir del mercado laboral para pasar a ser cuidadoras en el hogar.
Por un lado, los más pequeños de la casa se han visto confinados durante meses. Eliminando la posibilidad de permanecer en los colegios y guarderías, que permitían a las madres trabajar durante esas horas.
Por otro lado, una parte de las personas mayores que antes acudían a centros ocupacionales, centros de día, o residencias, han pasado a permanecer en el hogar las 24 horas del día. Debiendo ser atendidos por los familiares, en su mayoría, las mujeres de la familia.
Como podemos comprobar, la crisis por el coronavirus ha acarreado más situaciones conflictivas de las que nos podíamos imaginar en un primer momento. Estas, no solo afectan al plano económico, sino también al ámbito social de los colectivos más vulnerables y desfavorecidos de nuestra sociedad.