La Inspección de Trabajo y Seguridad Social impulsó hace unas semanas un proyecto con la intención de actualizar y corregir la actual situación de empleadas del hogar con sueldos inferiores al Salario Mínimo Interprofesional (SMI).
La campaña de sensibilización, dirigida a las personas empleadoras, pretende regularizar un sector «especialmente feminizado y afectado por la precariedad».
Regularizar los salarios y cotizaciones
Trabajo recuerda que, para regularizar los salarios y cotizaciones, los empleadores tendrán que comunicar a la Tesorería General de la Seguridad Social el salario real de los empleados. El cual en ningún caso podrá ser inferior al SMI vigente: para una jornada completa es de 950 euros al mes en 14 pagas (1.108,33 euros al mes con prorrateo de pagas extras) o 7,43 euros la hora si se opta por esta modalidad.
Con esta medida, el ministerio intenta proteger a un colectivo que lleva años denunciando una importante desprotección laboral y al que la pandemia ha vuelto a golpear en forma de despidos y reducciones de jornada.
De este modo, el Ministerio ya ha enviado 45.000 comunicaciones a empleadores para instar a la regularización de los salarios y cotizaciones de sus empleadas. En el caso de que no respondan a los parámetros salariales marcados por la legislación vigente y esa cifra, advierten desde el Ministerio, se irá ampliando de aquí al día 31 de marzo. Cuando está previsto que finalice esta campaña, justo en vísperas del inicio de la Campaña de la Declaración de la Renta.
Los empleadores que no regularicen la situación de sus empleadas, a partir del 1 de abril podrán enfrentarse a multas que partirían de los 6.250 euros y que podrían acercarse a los 190.000 euros.
Aunque la campaña lanzada desde Trabajo tenga como objeto un tema importante y necesario de tratar. Parece más bien una oportunidad para recaudar, más que para poner solución una problemática que existe desde hace años. La cual a día de hoy, convierte a las empleadas de hogar en un sector vulnerable y empobrecido.
Un colectivo especialmente vulnerable y precario
El servicio de hogar se trata de un colectivo predominantemente femenino (integrado por 576.000 personas, de las cuales solo 71.000 son hombres, según la encuesta de población activa del primer trimestre de 2020, lo que supone casi un 88% de mujeres) y que padece una grave precariedad laboral. Debido a la situación de economía irregular y a los bajos salarios que reciben, muy por debajo del SMI.
Las empleadas del hogar se enfrentan a una vida laboral inestable. Que en la mayoría de las ocasiones no puede considerarse un trabajo “decente”, y no por la actividad que se desempeña, si no por la falta de protección y valoración que se les ofrece.
De hecho, no fue hasta el año 2012 que se comenzó a regularizar la situación de estas profesionales. Antes, no existía ninguna obligación de dar de alta a la profesional en la Seguridad Social y pagar por ello las cuotas correspondientes.
Factores que propiciaron esta precariedad
Para entender las pésimas condiciones que se dan en este sector, debemos de remontarnos al desempeño de este trabajo en el pasado.
No hace tanto, que las tareas del hogar, así como los cuidados a los niños, ancianos o familiares dependientes, las realizaban las mujeres de la familia. Estas se quedaban en casa para desarrollar estas labores. Sin apenas opción de trabajar a tiempo completo en otra ocupación fuera de casa.
Con la salida de la mujer al mercado laboral, comenzó la necesidad de que otra persona ajena a la unidad familiar, se ocupase de estas tareas.
El problema viene cuando, el trabajo que esa persona ajena (generalmente, otra mujer), no se considera como un trabajo cualquiera. No se le da ese valor, y, por tanto, se deriva en una cultura de no pagar, ni dar de alta, como se haría con cualquier otra actividad.
Otro factor que propició este hecho es el de las personas migrantes en situación de irregularidad administrativa o como comúnmente se les denomina “inmigrantes sin papeles”. Como ha ocurrido a lo largo de la historia, las personas migrantes han ido ocupando los puestos de trabajo que los nacidos en el país no querían. Siendo también el caso del empleo de limpieza y cuidados en el hogar.
Debido al sistema de regularización de nuestro país, las personas que no pueden regularizar su situación administrativa, apenas pueden optar a algunos puestos de trabajo. Siendo empleada de hogar uno de los pocos a los que acaban accediendo.
Se ha aprovechado así la situación de necesidad de estas personas, por parte de muchos empleadores. Evitando el darles de alta y así no tener que pagar a la seguridad social y poder bajar los salarios cuanto quieran.
No existe el derecho a prestación o subsidio por desempleo
A pesar de que sí está incluida la profesión de empleada de hogar en la Seguridad Social. No figura como tal en el Régimen General de la Seguridad Social, sino que forman parte del Sistema Especial de Empleados de Hogar. Esto hace que todavía sigan siendo muchas las diferencias que existen entre estos trabajadores y los demás.
Al encontrarse en este epígrafe de la Seguridad Social, el desempleo para las empleadas de hogar no es una posibilidad real.
Para poder acceder a desempleo tendrían que, en los seis años anteriores a su alta en la Seguridad Social como empleada o empleado de hogar. Haber cotizado, al menos 360 días en el Régimen General o en otro Régimen de Seguridad Social con cotización por desempleo, siempre que la baja como persona empleada de hogar no haya sido voluntaria.
¿Cómo es posible que se permita en este país que una persona trabajadora, cotizando a la Seguridad Social, no genere derecho a paro como cualquier otra?
Resulta impensable que a día de hoy esto no tenga ya una solución efectiva y no se esté garantizando los derechos de protección social que tienen los trabajadores que cotizan a la Seguridad Social.
La escasa actuación de la Administración
En estos años hemos visto muy poca intervención por parte del Gobierno para paliar los efectos de esta situación laboral. A menudo nos encontramos con personas que, tras pasar toda su vida trabajando en una o varias casas, no les queda nada a lo que agarrarse.
Las crisis laborales y económicas que ha sufrido nuestro país, ha golpeado muy duramente a este colectivo. Que, o bien se ha quedado sin empleo en edades avanzadas, sin prestación por desempleo ni opciones a nuevos contratos, o se han visto en la más absoluta inestabilidad y precariedad.
Como ya hemos mencionado, apenas hace 9 años que se comenzó a regularizar ante la Seguridad Social este empleo y aún no hemos conseguido que se equiparen los derechos y garantías a las del resto de ciudadanos que cotizan en otros Regímenes.
Las empleadas de hogar se ven obligadas a malvivir con sueldos bajos, sin cotizar y a «pluriemplearse» para poder llegar a final de mes.
Además, a raíz de la crisis del Coronavirus, la precariedad y el desempleo ha aumentado. Ya que, ante las medidas y restricciones impuestas, entre ellas, el confinamiento, muchas empleadas han visto suspendida su actividad.
Cada vez menos familias se arriesgan a dejar al cuidado de sus mayores a una empleada de hogar y las horas de limpieza y tareas del hogar se han visto muy reducidas o eliminadas.
Es por ello que es de vital importancia trabajar por la igualdad de este sector en materia de protección social. No basta con lanzar una campaña durante dos meses para “concienciar” a los empleadores. Necesitamos un compromiso real por parte del Gobierno y las administraciones, firme y de carácter urgente.