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La violencia obstétrica se refiere a las prácticas y conductas realizadas por profesionales de la salud a las mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio, en el ámbito público o privado, que por acción u omisión son violentas o pueden ser percibidas como violentas. Incluye actos no apropiados o no consensuados, como episiotomías sin consentimiento o intervenciones dolorosas sin anestésicos.
La violencia obstétrica constituye una discriminación de género y representa una violación de los derechos humanos desde un enfoque de los derechos de la salud y de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer. Y a pesar de esto, aún existen “profesionales” que se ven en la libertad de elegir por nosotras. Cuando somos nosotras, las mujeres, quienes debemos y podemos decidir sobre nuestro cuerpo durante el embarazo, parto y posparto.
Y, aun así, se nos silencia, y nos dejan a un lado en una de las etapas más bonitas de nuestra vida. Etapa que, de sufrir este tipo de violencia, se puede convertir en nuestra peor pesadilla.
Pero ¿qué es la violencia obstétrica?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), La violencia obstétrica se define como una forma específica de violencia ejercida por profesionales de la salud (predominantemente médicos y personal de enfermería) hacia las mujeres embarazadas, en labor de parto y el puerperio. E insisto, constituye una violación a los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres.
Pero para que lo veas más claro, te voy a dar algunos ejemplos:
- Recibir la epidural sin haberla solicitado.
- Ser obligadas a dar a luz sin haber dilatado lo suficiente.
- Haber sido sometidas a cesárea, cuando se dan las condiciones para el parto natural, sin obtener nuestro consentimiento voluntario, expreso e informado.
- Recurrir a la episiotomía como rutina.
- Utilizar fórceps o la maniobra de Kristeller sin haber consultado previamente a la madre.
- O lo que es también denigrante, dar un trato infantil, paternalista o humillante a la mujer durante el embarazo, el parto o el posparto.
¿Qué puedo hacer si creo que he sufrido una práctica poco respetuosa en el parto?
Lo primero que te puedo aconsejar es que solicites por escrito al hospital que ha atendido al parto una explicación de lo que considera una práctica poco respetuosa. Si, a pesar de ello, sigues pensando que la asistencia recibida dio lugar a un trauma, debes ponerte en manos de un profesional que te ayude a superar el llamado trauma obstétrico.
Además, te aconsejo que intentes ponerte en contacto con mujeres que han sufrido lo mismo que tú, ya que juntas os ayudaréis a superar estos momentos.
Y si tienes las pruebas suficientes, denuncia al profesional que te ha atendido por negligencia y mala praxis. Te aseguro que esto también te dará fuerzas para salir de esta situación.
Que nadie nos haga invisibles
Según un estudio publicado en la revista Women and Birth, dos de cada tres madres españolas han sufrido algún tipo de violencia obstétrica durante el parto. El estudio, que se llevó a cabo durante el 2019, incluyó variables socioeconómicas como el nivel educativo y de ingresos, pero también si el alumbramiento se había producido en un hospital público o privado, y las características clínicas del caso.
Todas las mujeres contestaron un cuestionario de 49 preguntas dividido en tres categorías: verbal, física y psicoafectiva. El 67,4% de las mujeres que participaron dijeron haber experimentado esta violencia en al menos una de sus formas.
Por eso es importante no callarse este tipo de prácticas. Debemos ser el freno para que otras mujeres no la sufran. ¿Pero quién se cree con el derecho a decidir sobre nuestro embarazo, parto o posparto?
Pongamos solución a esto ¡Basta ya!
Para poner fin a la violencia obstétrica, es fundamental darle visibilidad y tomar conciencia de la importancia de respetar los derechos sexuales y reproductivos.
El parto no es una enfermedad; es un proceso natural en el que la mujer no es un sujeto pasivo, sino el agente principal y la absoluta protagonista. Y por tanto, NO PUEDE SER INTERVENIDO (salvo que sea estrictamente necesario para salvaguardar la salud de la madre y el bebé).
Si vas a ser madre, infórmate, conoce tus derechos. Diseña el plan de tu parto y obliga a que sea respetado.
Debes ser informada y consultada durante todo el proceso, y no tienes que aceptar actitudes paternalistas, vejatorias o humillantes por parte de los profesionales sanitarios.
Y si las recibes, no te calles, alza la voz, que nadie tiene el derecho sobre nuestro cuerpo y nuestras decisiones.
Y aunque aún queda un largo camino por recorrer, denuncia si sufres esta violencia, no tengas miedo. Tus derechos deben ser respetados, y nada ni nadie tiene nada que decir al respecto.