Para tratar este tema, vamos a realizar una primera aproximación a la noción de Responsabilidad Social; podemos entenderla como la responsabilidad que tienen los ciudadanos, instituciones y organizaciones de contribuir al bienestar de la comunidad. Partiendo de esta concepción, consideramos que la Responsabilidad Social Empresarial y la Corporativa (RSE/RSC) son la contribución que las empresas y corporaciones realizan al desarrollo de la comunidad en la que están insertas.
La relación entre el Trabajo Social actual y la RSC viene de un desarrollo paralelo. Si bien el concepto de RSE apareció a mediados del siglo pasado, la actividad filantrópica privada ha estado presente de manera organizada desde inicios de ese siglo. En este momento el Trabajo Social ya estaba vinculado a la iniciativa privada de la que se fue desligando a medida en que se iban desarrollando las estructuras del Estado de Bienestar para después organizarse en estructuras privadas. En palabras de Ezequiel Ander Egg (1984):
”En la historia del Trabajo Social se definen tres momentos esenciales: Asistencia Social, Servicio Social y Trabajo Social”.
Es en la década de los años noventa cuando en Europa aparece un mayor interés por el estudio y desarrollo de políticas de responsabilidad social corporativa, alcanzado una mayor relevancia a partir de principios del siglo actual. En este momento encontramos diversas definiciones del concepto pero quizá la más generalizada y la que nos compete para el presente texto es la que encontramos en el Libro Verde de la Unión Europea (Comisión de las Comunidades Europeas, 2001) y que entiende la RSC como “la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores”.
Recurriendo una vez más a Ezequiel Ander Egg (1984), podemos enlazar esta definición de la RSC con el concepto que el autor nos propone para el Trabajo Social: «El Trabajo Social tiene una función de concientización, movilización y organización del pueblo para que en un proceso de formación del autodesarrollo, individuos, grupos y comunidades realizando proyectos de trabajo social, inserta críticamente y actuando en sus propias organizaciones, participen activamente en la realización de un proyecto político que signifique el tránsito (…) a otra plena participación del pueblo en la vida política, económica y social de la nación que cree las condiciones necesarias para un nuevo modo de ser hombre”. En este punto encontramos el nexo entre la tarea del Trabajo Social y las políticas de RSC.
«Los trabajadores sociales debemos marcar las políticas de intervención valiéndonos de nuestro bagaje»
Profundizando más en la definición propuesta en El libro verde, vemos que es claramente compatible con el Trabajo Social comunitario que podemos realizar en el siglo actual donde el concepto de comunidad ha variado y no solo lo encontramos en barrios o agrupaciones locales sino en redes sociales y por qué no, en determinados grupos de personas con características o intereses comunes y stakeholders. Es en estas últimas comunidades donde la RSE tiene valor y donde los trabajadores sociales debemos marcar las políticas de intervención valiéndonos de nuestro bagaje. El objetivo no es el logro de acciones que repercutan positivamente en determinados colectivos sino que la responsabilidad con la sociedad se incorpore de manera activa a la cultura empresarial y sea transversal en todas sus áreas, de forma que genere un impacto positivo que le permita formar parte de su comunidad.
Este proceso de influencia en la RSC desde el Trabajo Social no es más que el mismo que seguimos en nuestra intervención, simplemente hay que situarlo en un contexto (empresa) y elaborar el paso previo de detectar los grupos de intervención. Partiendo de esta visión, volvemos a tener nuestro proceso de la siguiente manera:
- Identificar los grupos sobre y para los que influir: empleados, proveedores, clientes y comunidad.
- Detectar las necesidades de los grupos así como las aportaciones de valor de y para cada uno de ellos.
- Iniciar la puesta en marcha de acciones de sensibilización que nos permitan a medio plazo concienciar a los cargos de gestión y organización de la empresa. De esta manera lograremos adherencia en nuestro proyecto igual que generamos adhesión a la intervención con nuestro cliente.
- Generalizar esa concienciación para que a largo plazo se integre en la cultura de empresa. De esta forma, la identidad de empresa socialmente responsable permanecerá inserta en aquello que define y distingue a la organización.
Las técnicas propias del Trabajo Social y aquellas que hemos incorporado a nuestro quehacer de otras profesiones tales como entrevistas, focus groups, análisis de redes, informe social, etc nos permitirán detectar los stakeholders, sus necesidades y promocionar el cambio social.
Para sensibilizar debemos recurrir a nuestra capacidad para gestionar proyectos es decir: planificar, aplicar, evaluar y modificar.
Para hacer frente al último punto, debemos informarnos, investigar, mediar, planificar e influir haciéndonos valedores de nuestra capacidad de modificar nuestro enfoque metodológico pasando de lo microsocial a lo macrosocial tal como haríamos si estuviéramos proyectando una política social pública.
A modo de conclusión, parece obvio que el Trabajo Social tenga un papel relevante y activo en la Responsabilidad Social Corporativa. Nuestra profesión destaca por la orientación hacia la justicia social y la defensa de los derechos humanos a nivel individual, comunitario y social. Esto nos hace tener un conocimiento y unas herramientas útiles para generar, promover e informar el debate necesario para iniciar políticas de Responsabilidad Social en las empresas.