En los últimos años, los hogares españoles han sido testigos de un cambio silencioso pero que no deja de ocurrir, y es que hay cada vez más mascotas compartiendo casa, hábitos y cama con los seres humanos, cambiando para siempre la forma en la que vemos ahora la convivencia y las familias. Antes eran vistas como meros animales de compañía o como herramientas para un fin (por ejemplo, se tenían gatos para evitar ratones y otras plagas o perros para pastorear el ganado). Pero es que ahora son miembros de nuestra familia de pleno derecho, tales como un hijo o un hermano para muchos.
Si bien todo esto es algo que sabemos o que incluso vivimos en nuestras propias carnes, hay una series de motivos por los que se ha dado, como el hecho de que las casas son cada vez más pequeñas o relaciones familiares son más reducidas. En este contexto, muchos buscan otra forma de cariño, afecto y compañía, y las han encontrado en las mascotas.
La nueva familia: menos miembros, más mascotas
Si analizamos los datos recientes, vemos que el 76 % de los hogares españoles están formados por tres personas o menos y, dentro de ese grupo, casi la mitad de las familias con hijos tienen solo uno. Esta reducción en el tamaño del núcleo familiar no solo implica menos voces en casa, también menos abrazos, menos conversaciones al final del día, menos compañía cotidiana.
Y cuando faltan esos vínculos cercanos, buscamos otras formas de llenar ese espacio y es ahí donde entran las mascotas, ya que no son solo como compañeros de juego o paseo, sino que se han convertido en figuras afectivas que nos reconfortan, nos acompañan y nos hacen sentir menos solos. El perro que te espera al volver del trabajo, el gato que se sube a tus piernas mientras ves una serie, el conejo que corre libre por el salón… son parte de esa nueva familia que hemos construido.
Los expertos hablan incluso de que las mascotas funcionan como “calmantes existenciales”, una expresión que puede sonar fuerte, pero que explica bien cómo han evolucionado estos vínculos ya que, en un mundo en el que la conexión humana a veces es superficial o fugaz, los animales nos ofrecen una relación estable, constante y sin condiciones.
El crecimiento del número de mascotas en España
Según el último censo nacional, en España hay más de 9 millones de perros, cerca de 6 millones de gatos, casi 8 millones de peces y otros 5 millones de aves y animales exóticos, números que no solo reflejan que nos gusten los animales, sino una auténtica transformación social en la forma en la que entendíamos las familias y la relaciones entre sus miembros hasta ahora.
En muchos hogares, las mascotas ocupan un lugar central: se les cuida con mimo, se les da un nombre, una cama propia, juguetes, atención veterinaria e incluso comida especial, porque ya no son “el perro del patio” o “el gato que entraba por la ventana”, sino parte del núcleo familiar.
Este aumento en la presencia de mascotas también guarda una relación directa con la estructura del hogar, ya que las familias pequeñas, sobre todo aquellas formadas por una o dos personas, tienden a incorporar una mascota para suplir el vacío de interacción que se puede llegar a tener en el día a día. En muchos casos, el animal se convierte en el compañero que, aunque no pueda cocinar o poner la lavadora, nos sigue en todas nuestras rutinas en casa y que nos aporta una estabilidad emocional difícil de encontrar en otros vínculos.
Todo esto es tan real que incluso los estudios psicológicos dicen tener una mascota puede mejorar la autoestima, reducir los niveles de ansiedad y aumentar la sensación de bienestar, algo que vale su peso en oro en un contexto social como el que nos encontramos ahora, en el que el individualismo es la moda y el estrés el pan nuestro de cada día.