Con toda la costa de nuestro país masificada, hay un desconocido lugar en Huelva que puede salvarnos el verano, y no es otro que una playa infinita que se encuentra dentro de un entorno natural apenas construido y que está declarado como Patrimonio de la Humanidad. Puede que con esas pistas ya sepas que hablamos de la Playa de Castilla, un tramo casi virgenes de arena de 20 kilómetros que va desde desde Matalascañas hasta Mazagón y que forma parte del corazón del Parque Nacional de Doñana que muy pocos conocen y que se aleja de esa imagen del turismo típico de postal, pero que aún así resulta una opción muy interesante para veranear.
Y es que esta playa infinita no es solo una de las más largas de España, sino que supone casi una excepción dentro de un país como el nuestro que ha aprovechado cada rincón para plantar un edificio enorme para los turistas, y es que no hay construcciones que dañen su horizonte, ni siquiera chiringuitos llenos de ruidosa gente, tan solo hay arena, vegetación y el ruido de las olas del Atlántico. El lugar perfecto para quienes amen la naturaleza en estado puro, sin que la mano del ser humano se haya posado en ella y la haya cambiado por completo.
La historia y la naturaleza rodean a esta playa infinita
Lo que hoy conocemos como Playa de Castilla fue durante siglos el acceso natural del Reino de Castilla al Atlántico tras la conquista cristiana, de ahí el nombre que lleva. Este lugar guarda también vestigios de su pasado defensivo, como la Torre de la Higuera, en el límite con Matalascañas, que se desplomó en el terremoto de Lisboa de 1755 y que hoy descansa inclinada sobre la arena, casi como un testigo del paso del tiempo. En el extremo contrario, ya cerca de Mazagón, podremos admirar la Torre del Oro, otra construcción militar que nos confirma la importancia que tuvo esta zona desde el punto de vista estratégico.
Entre ambas torres, se extiende una playa infinita en la que encontraremos pequeños tesoros, como por ejemplo la Playa de Cuesta Maneli, la cual cuenta con el espectacular acantilado del Asperillo; la Mata del Difunto o la zona conocida como Arenas Gordas, de acceso algo más complicado pero con un encanto que hace que merezca la pena el visitarla.
Pero no todo es admirar el paisaje, ya que esta playa infinita forma parte del reconocidísimo Parque Nacional de Doñana, declarado Patrimonio de la Humanidad allá por 1994, un lugar en el que conviven dunas móviles y fijas, marismas, pinares y monte bajo mediterráneo, además de ser hábitat de especies tan nuestras como el lince ibérico o el águila imperial.
Por qué la Playa de Castilla es un lugar tan desconocido
A pesar de su extensión y de su ubicación en uno de los espacios naturales más importantes de Europa, esta playa infinita sigue siendo una gran desconocida y, por qué no decirlo, parte de su encanto reside precisamente en que no hay un acceso fácil ni siquiera en coche y llegar hasta algunas de sus zonas requiere caminar entre pinares o recorrer pasarelas de madera que cruzan las dunas, algo que la convierte en uno de los últimos reductos de nuestra geografía en salvarse del turismo masivo.
Si bien muchas zonas viven de este sector y no hay que desprestigiarlo, lo cierto es que encontrar lugares como este, sin urbanizar, sin construcciones ni ruido, es cada vez más difícil para los que amamos ir a plena naturaleza y olvidarnos de las preocupaciones del día a día, pudiendo respirar hondo y encontrarnos solos en compañía del mar y de sus olas; y este es el ejemplo perfecto, ya que gracias a su gran extensión, es fácil que encontremos puntos donde no nos encontremos ni un alma.