Tania Herrero, podóloga: “Así debes utilizar las chanclas y sandalias sin que tus pies sufran este verano”

Hay cosas que son típicas del verano, como los chiringuitos, las playas, los vestidos vaporosos y, como no, las chanclas y las sandalias porque nadie quiere llevar sus pies en esta época del año recocidos dentro de un zapato cerrado. A pesar de que tendemos más al calzado abierto, debemos tener en cuenta que quizás no son la mejor opción para la salud de nuestro pie, algo que ya han explicado varios profesionales, señalando que si llevas chanclas y sandalias durante todo el día, te puedes enfrentar a consecuencias graves como dolores en talones, fascitis plantar e incluso problemas de espalda.

Es por ello que, si bien no te dicen directamente que no lleves este tipo de calzado, lo que sí recomiendan es que se haga solo en momentos concretos y conociendo las limitaciones de cada uno. Y es que en consulta se repite el mismo patrón: quienes pasan jornadas enteras en chanclas o sandalias acaban con molestias que podrían haberse evitado con un calzado más adecuado. La clave está en entender que, aunque favorecen la transpiración y son cómodas para bajar a la playa o la piscina, no están diseñadas para caminar largas distancias ni para sustituir al zapato de diario.

El riesgo de abusar de chanclas y sandalias

Según la podóloga Tania Herrero, directora de la Clínica del Pie Moratalaz en Madrid, este tipo de calzado tiene ventajas, como permitir que el pie respire y evitar la acumulación excesiva de sudor, pero, tal y como ya te hemos adelantado al inicio de este artículo, la falta de sujeción altera la alineación del cuerpo, lo que repercute no solo en los pies, sino también en tobillos, rodillas e incluso en la espalda.

Además, utilizar chanclas y sandalias más allá de lo razonable multiplica el riesgo de lesiones. La especialista alerta de que pueden aparecer grietas en los talones, rozaduras, ampollas y hasta juanetes o dedos en garra; aunque tampoco es raro que una caída o un mal paso desemboque en esguinces, cortes o infecciones que arruinen unas buenas vacaciones.

Cuándo usarlas y cuándo dejarlas en casa

No hace falta ser un especialista para diferenciar los momentos en los que podemos llevar un calzado abierto frente a uno cerrado, pero la recomendación de los podólogos es bastante clara: chanclas para la piscina o la playa, sandalias para una comida o paseo corto, y calzado cerrado para paseos largos o las actividades deportivas; siendo este último escenario muy importante ya que estos zapatos carecen completamente de estabilidad, algo que casi seguro puede derivar en una lesión. Obviamente, tampoco se recomiendan para situaciones como ir a hacer senderismo o andar por zonas irregulares.

La podóloga recuerda que, aunque recorrer la distancia hasta el chiringuito en chanclas parezca inofensivo, esas caminatas repetidas pueden desencadenar fascitis plantar o dolores articulares. Y lo que empieza como una molestia pasajera puede convertirse en un problema crónico.

Qué tener en cuenta al elegir sandalias seguras

Lo primero que debemos tener en cuenta es que no todas las sandalias son iguales, ya que cada vez más, podemos encontrar modelos que se adaptan muy bien a nuestros pies y vienen bien sujetos, lo cual claramente reduce el riesgo de lesiones. También se recomienda optar por un modelo con con suela anatómica, antideslizante y lo más ligero posible, a lo que debemos añadir unas buenas tiras ajustables que mantengan nuestro pie pegado a estas, lo cual reduce la tensión sobre los dedos.

Otro punto muy importante en el que nos debemos fijar al comprar este tipo de calzado es en material, recomendando sobre todo las de piel, ya que este evita las rozaduras y permite una mayor transpiración. También es clave elegir un modelo con un tacón mínimo o inexistente, el cual respete la postura natural del pie, tal y como pasa con las barefoot.