Las altas temperaturas no solo conllevan riesgos como mayor probabilidad de que ocurra un incendio o que tengamos unas vacaciones algo más incómodas debido al calor y a las noches sin dormir, sino que también tiene mucho que ver con que nuestra productividad baje durante los meses de verano, afectando a la manera en la que trabajamos. Esto es algo que incluso ya ha sido confirmado por el Banco Central Europeo (BCE) mediante un estudio bastante reciente en el que se muestra cómo, cuando el calor se vuelve casi insoportable, la eficiencia y la productividad en las empresas se resiente.
La mala noticia es que esto, que de momento solo lo aplicamos a la estación del verano, se está observando ya en otros momentos del año debido al cambio climático, aunque se vuelve especialmente relevante cuando ocurre una ola de calor. Y es que el BCE ha calculado que la productividad de las empresas podría caer hasta en un 7% debido a esta causa en el largo plazo, por lo que no es descabellado afirmar que las altas temperaturas ya están afectando incluso a la economía.
Por qué las altas temperaturas reducen la productividad
El informe del BCE se ha basado en datos de empresas italianas entre 1999 y 2013, cruzados con la información climática de Copernicus y el resultado es contundente: la relación entre la temperatura y la productividad tiene forma de U invertida. Cuando las condiciones son moderadas, apenas se notan cambios, pero cuando las altas temperaturas se vuelven extremas, los daños se multiplican.
Los economistas explican que este efecto se da a través de dos canales. El primero, directo: trabajadores que rinden menos, tanto en oficina como en la calle, mayor cansancio, fallos en maquinaria y menor disposición al consumo. El segundo, indirecto: empresas que no logran ajustar a tiempo sus recursos, como lo son el capital o la mano de obra, frente a los cambios climáticos. En conjunto, el resultado es un impacto mayor al previsto inicialmente.
El BCE advierte que si la temperatura media sube 2 grados, la productividad agregada cae un 1,68%. Pero si el aumento llega a los 4 grados, la caída no se dobla, sino que se cuadriplica, alcanzando un 6,81%. Es decir, las altas temperaturas no afectan de forma lineal, sino con una intensidad que se dispara a medida que el calor se agrava.
Un problema con consecuencias económicas y sociales
Para entender la magnitud de estos datos, el BCE estima que, solo en Italia, una subida de 2 grados equivaldría a pérdidas de 35.000 millones de dólares en productividad. Con 4 grados, la cifra subiría a casi 144.000 millones. Y, aunque el análisis se centra en Italia, el organismo recuerda que sus conclusiones son fácilmente extrapolables a España, donde las olas de calor son ya un fenómeno habitual.
Si vamos más allá de los números, este estudio nos plantea una cuestión muy preocupante, y es que las altas temperaturas podrían llegar a agravar la desigualdad económica ya existente, haciendo que las zonas con unos recursos más limitados y que no se puedan adaptar a esta nueva realidad tengan pérdidas millonarias. La brecha entre norte y sur de Europa podría ensancharse, igual que ocurre dentro de cada país entre zonas rurales y urbanas.
Es por todo esto que el BCE recomienda a los países que se vayan anticipando en lo relacionado a políticas económicas, es decir, que vayan invirtiendo en infraestructuras resilientes, en facilitar la adaptación de las empresas y en apoyar a los trabajadores expuestos al calor, sobre todo porque, al paso que vamos, el escenario en el que tengamos que trabajar en un futuro se volverá cada vez más difícil y costoso.