A veces parece que calmar a un niño enfadado puede ser una tarea del todo imposible debido al estado en el que se encuentra en ese momento, pero los psicólogos ya han salido para decir que hay una frase muy simple que todos podemos utilizar y que puede darle un giro de 180 grados a la dinámica que hasta entonces había en la situación y es “Sé que estás enfadado, estoy aquí para ayudarte”.
Y es que en tan solo ocho palabras, podemos cumplir con todo lo que necesita un niño alterado, ya que reconocemos la emoción del niño, transmitimos compañía y creamos un espacio para la calma, lo cual reduce la sensación que tiene el pequeño de que se le está juzgando y que se encuentra solo. Decir esta frase, acompañada de un tono calmado y una postura relajada, permite que el niño enfadado se sienta comprendido y seguro, favoreciendo que su enojo disminuya de manera progresiva. Los especialistas insisten en que no se trata de eliminar la emoción, sino de validarla, y que la clave del éxito está tanto en las palabras como en la actitud del adulto.
La frase que calma a un niño enfadado y cómo aplicarla
El psicólogo Jeffrey Bernstein, con más de treinta años de experiencia, ha señalado que esta frase es tan eficaz porque es simple pero a la vez se puede adaptar muy bien a las diferentes situaciones, algo que podemos acompañar con arrodillarnos a la altura de este para mantener contacto visual, reforzando de esta manera el mensaje que le queremos transmitir.
Para aquellos niños en edad escolar y que identifican mejor sus emociones, la frase ofrece un aliado sin imponer control, algo que incluso sucede con los adolescentes, que suelen rechazar órdenes, pero que pueden (y mucho) beneficiarse al escuchar algo tan simple como un “estoy aquí para ayudarte”, porque sienten respaldo sin presión. En todos los casos, acompañar la frase con gestos coherentes, como un tono suave, calma en el cuerpo y disposición a escuchar, es fundamental. El niño enfadado percibe de inmediato si el adulto está nervioso o impaciente, y esa tensión puede intensificar su enojo. Por eso, la calma del adulto no es un detalle menor, sino parte central de la estrategia.
Por qué a veces es tan difícil tranquilizar a un niño enfadado
LA respuesta a esta incógnita la tenemos en que la ira infantil suele aparecer cuando los niños tienen una sensación de impotencia o de dificultad para expresar lo que sienten, ya que el no poder hacer lo que desean, no comprender una situación o sentirse incomprendidos son los detonantes más frecuentes para que estas situaciones no se den. A esto hay que sumarle el hecho de que ciertas expresiones típicas y que nos salen de manera natural como lo son “cálmate” o “no grites” lo único que hacen en ocasiones es, incluso, empeorar la situación.
Nuestra tarea como adultos es tratar de reconocer la emoción sin juzgarla y ofrecer un entorno seguro para que el niño enfadado pueda regularse, por lo que escuchar con atención, sin interrupciones ni reproches es algo que puede salvar la situación, generando confianza y permitiendo que la emoción baje de intensidad de manera natural. Una vez se ha conseguido esto y hemos podido disminuir el enfado, ahí ya sí podemos dialogar sobre soluciones concretas, promoviendo aprendizajes sobre la gestión de la frustración y la comunicación emocional.
Lo mejor de esta frase de Bernstein es que no es exclusiva para el momento de la infancia, tal y como se ha demostrado en diversos estudios del Developmental Psychology y Current Opinion in Psychology en los que se destaca que nuestra regulación emocional como adultos influye directamente en la capacidad del niño para manejar su ira, por lo que esta técnica también es aplicable con adolescentes e incluso en contextos de gente más mayor, demostrando de este modo que, muchas veces, lo único que necesitamos es acompañamiento y sentir que nos escuchan.