Si las pensiones serán sostenibles en España dentro de 20 o 30 años es una pregunta que ronda por la cabeza de muchos, duda a la cual varios expertos han intentado dar algunas respuestas o, al menos, un acercamiento a lo que va a pasar en el futuro acerca de esta cuestión, tal y como ya ha hecho el economista Manuel Álvarez. Muchos son agoreros sobre la viabilidad de la hucha de las pensiones, pero Álvarez ha respondido que sí que será posible, siempre y cuando el país asuma una serie de recortes o ajustes que, aunque impopulares, resultan inevitables.
En este sentido, Álvarez sostiene que no es cuestión de si habrá o no pensiones, sino de qué calidad tendrán y qué sacrificios estarán dispuestos a aceptar tanto los jubilados actuales como las generaciones que están por venir. La clave está en elegir entre fórmulas que ya se han aplicado en países como Portugal o Japón, y que ofrecen un abanico de soluciones con costes sociales muy diferentes.
Tres caminos para sostener las pensiones
Justo Álvarez trata todo este tema en su libro Pensiones: La promesa rota, en el cual plantea tres posibles vías de ajustes que podrían aplicarse en España, siendo la primera de ellas lo que se conoce como el “recorte a la portuguesa”, que es básicamente reducir directamente el importe de las pensiones o, incluso, eliminar las pagas extra. Justo esto es lo que hizo Portugal tras una intervención de Bruselas y, si bien los efectos económicos fueron visibles desde el primer momento, hubo un descontento social muy grande y difícil de manejar.
También nos encontramos con lo que el economista ha denominado como “recorte a la española”, una solución que ya está en marcha en nuestro país y que se trata de retrasar la edad de jubilación y hacer que los requisitos para acceder a la misma sean más duros, una reforma que se implementó allá por el año 2011 y que elevará la edad en la que te puedes retirar del mercado laboral hasta los 67 años para 2027. Como todo, esta vía también cuenta con problemas, entre los que podemos encontrar que se genera desigualdad entre generaciones y afecta negativamente a aquellos con una esperanza de vida más baja.
Por último, está la vía “a la japonesa”, que consiste en no revalorizar automáticamente las pensiones con el IPC. En Japón, donde los precios tienden a bajar, el impacto no es tan negativo; aunque en España, un país con inflación recurrente, esta fórmula supondría una pérdida notable de poder adquisitivo, sobre todo para los pensionistas con ingresos más bajos.
Una hucha en números rojos
Es importante señalar que la realidad es muy preocupante, ya que lo que se conoce como la “hucha de las pensiones”, la cual llegó a acumular en su momento más de 60.000 millones de euros, hoy apenas sirve para cubrir una sola mensualidad de gasto, cifra que se sitúa en los 13.600 millones de euros.
A este problema hay que sumarle las propias diferencias internas en las pensiones, ya que mientras la media se sitúa en torno a los 1.500 euros, los trabajadores por cuenta ajena alcanzan una media de 1.666 euros al mes, mientras que los autónomos apenas superan los 1.000 euros. Es importante señalar también que hay diferencias debido a la brecha de género, ya que las mujeres cobran de media 522 euros menos que los hombres debido a las propias desigualdades que arrastran desde la vida laboral y que se reflejan posteriormente en su prestación por jubilación.
Para intentar solucionar parte de este problema ya se han puesto en marcha algunas iniciativas, tales como los planes de empleo colectivos, los cuales suman casi tres millones de personas apuntadas en España y que hacen que no solo dependamos de la pensión pública de cara nuestra jubilación.