Hasta hace no mucho, hablar de prácticas era sinónimo de trabajar gratis, de largas horas sin salario y con la promesa incierta de que, quizá, ese esfuerzo abriría alguna puerta en el futuro, realidad con la que pretende acabar muy pronto el nuevo Estatuto del Becario. El Ministerio de Trabajo ha puesto en marcha un texto que busca garantizar derechos mínimos a los estudiantes y jóvenes que realizan prácticas, evitando que se les use como mano de obra barata y devolviendo a las prácticas su auténtico sentido, que es el de formar y complementar los estudios.
En otras palabras, con el nuevo Estatuto del Becario ya no se tratará de trabajar sin remuneración ni de encadenar contratos encubiertos, ya que quienes realicen prácticas tendrán compensación por gastos, un tutor que vele por su aprendizaje y límites claros para que su labor nunca sustituya a la de un trabajador contratado. Así, el Gobierno pretende que la entrada en el mundo laboral no sea una experiencia precaria, sino un puente real hacia el empleo estable.
Qué cambia con el nuevo Estatuto del Becario
El Estatuto del Becario está diseñado para poner freno a los abusos que durante años se han denunciado en universidades, empresas y despachos, medidas entre las que podemos destacar las siguientes:
- Una compensación de los gastos de transporte y manutención.
- La obligatoriedad de una tutorización real, vinculada al plan de estudios.
- La prohibición expresa de que un becario realice trabajos estructurales de la empresa.
- La diferencia clara entre prácticas y contratos formativos, ya que estos últimos generan relación laboral y salario, mientras que las prácticas deben ser únicamente formativas.
Además, el Estatuto del Becario fija límites tanto a la duración de las prácticas como al número de estudiantes que puede tener una empresa al mismo tiempo. Por ejemplo, las prácticas extracurriculares no podrán superar las 480 horas, y ninguna compañía podrá tener a más de un 20 % de su plantilla en régimen de prácticas, límites con los que se busca evitar que puestos de trabajo reales se camuflen bajo convenios de colaboración.
Un debate que no ha estado exento de polémica
Es importante señalar que, si bien el Estatuto del Becario parece una medida muy buena, el camino que ha hecho posible que los estudiantes cuenten con mayor protección frente a estas prácticas abusivas no ha sido para nada sencillo. Y es que ya han pasado más de dos años desde que se presento el primer borrador, tiempo durante el cual se han llevado negociaciones que han sido apoyadas por colectivos como sindicatos, pero echadas para atrás en numerosas ocasiones por las organizaciones empresariales y algunos sectores universitarios.
Aun con estas resistencias, el texto avanza, algo que se puede ver en que tras varias rondas de diálogo, el Gobierno ha manifestado su intención de aprobar el Estatuto del Becario en el segundo semestre de 2025, con la previsión de que entre en vigor antes de que acabe el año. Eso sí, su aplicación será progresiva, de manera que empresas y centros educativos puedan adaptarse poco a poco a los cambios.
Por qué es importante este Estatuto para los jóvenes
El Estatuto del Becario no es algo que nos podamos tomar a cachondeo, ya que en los últimos siete años, según datos de UGT, el uso de falsos becarios ha supuesto para las empresas un ahorro de casi 20.000 millones en salarios y más de 8.500 millones en cotizaciones sociales, dinero que en realidad ha salido de propio bolsillo de los estudiantes, que han trabajado sin reconocimiento ni derechos.
Con la nueva norma, se pretende no solo garantizar que las prácticas tengan un carácter formativo, sino también ofrecer una red mínima de protección social, ya que para miles de jóvenes, contar con apoyo en transporte o manutención puede marcar la diferencia entre poder aceptar unas prácticas o renunciar a ellas. Y, además, se refuerza el papel de la formación como parte del itinerario académico, en lugar de convertirse en una vía encubierta de precarización.