A ningún trabajador le gusta que le retrasen la paga. Mucho menos si la forma de pago es mediante alimentación. Pero esto es lo que sucedió hace más de 3.000 años con los artesanos del Antiguo Egipto. En el año 1152 a.C., durante el reinado de Ramsés III, los trabajadores de Deir el-Medina, cerca del Valle de los Reyes, se opusieron a ello y tomaron cartas en el asunto. Su esfuerzo físico se traducía en pagas mediante raciones de grano, cerveza, aceite y otros bienes básicos hasta que un día las entregas empezaron a retrasarse y, por tanto, dejaron de trabajar. La respuesta fue histórica: organizaron la que se considera la primera huelga documentada de la humanidad.
¿Dónde y cuándo se produjo esta primera huelga?
Todo ocurrió en el año 1152 a.C., en plena época de Ramsés III, uno de los grandes faraones del Imperio Nuevo y el escenario fue Deir el-Medina, un poblado situado junto al Valle de los Reyes. En dicho lugar vivía una comunidad de artesanos y obreros que estaban altamente cualificados, que se dedicaban a construir y decorar las tumbas de los faraones. Se trataba de un trabajo delicado y con mucha precisión técnica por parte de unos empleados del Estado que cobraban en especie, no en dinero.
Su reclamo y la huelga
Las raciones empezaron a llegar tarde, quizá por los problemas económicos derivados de los conflictos bélicos, por la corrupción administrativa o por la mala gestión de los graneros reales. Por el motivo que fuese, la queja era clara: no iban a seguir trabajando sin recibir lo prometido. El retraso en la cerveza era lo que más les dolía. Y es que la cerveza para los egipcios no era un simple capricho. Formaba parte de la dieta y contribuía a la salud diaria. Además, se consumía más espesa que la actual, casi como una sopa energética. En un clima duro y con un trabajo físico exigente, la ausencia de cerveza era inaceptable para los trabajadores.
Así se organizó la protesta y la respuesta de la administración
No hubo episodios de violencia ni destrozos. Los trabajadores acamparon cerca de los templos, redactaron sus demandas y se las presentaron a los escribas y funcionarios que gestionaban la distribución de alimentos. Había organización y presión, pero no lo lío.
La protesta se repitió y pudo alargarse durante varios días e incluso semanas. Las autoridades intentaron calmar los ánimos con ayudas parciales, pero los obreros se mantuvieron firmes. Al final, con el riesgo de paralizar las obras de las tumbas reales presente, el Estado tuvo que cumplir con sus obligaciones y los trabajadores volvieron a su rutina del día a día. Cuando se cobra, se trabaja. Cuando no, se para. Ese parecía el lema de los trabajadores.
Las conclusiones de esta historia sobre el Antiguo Egipto
Aunque era un Estado teocrático (un sistema en el que el poder político y el religioso van de la mano), los obreros demostraron conciencia colectiva y supieron hacerse oír y respetar. De ahí que su experiencia sea útil: identificar el valor del propio trabajo y organizarse puede marcar la diferencia. Por tanto, la recomendación de alguno de estos empleados del Antiguo Egipto si vives una situación similar a la suya sería:
- Organízate con tus compañeros o comunidad de trabajo.
- Si no se cumple con lo prometido por parte de la dirección, se para el trabajo de forma coordinada.
- Redactar por escrito las exigencias.
- Mantener la protesta pacífica y visible.
- No aceptar soluciones a medias si no se cumple con lo básico.
- Cuando se cumpla por la otra parte hay que reanudar la actividad.