La razón de que no hayas pasado esa entrevista de trabajo puede estar… en tu nombre: así lo desvela un estudio

Quizás nunca lo hayas pensado, pero el motivo de que no superarás esa última entrevista de trabajo no siempre tiene que ver con tu experiencia, con tu currículum o con cómo respondiste a las preguntas del entrevistador. Según una investigación de la Universidad de Carleton, publicada por Newsweek, tu propio nombre podría estar influyendo en la decisión final más de lo que imaginas. El estudio apunta a que el simple hecho de cómo suena un nombre genera una impresión positiva o negativa en el reclutador y, en consecuencia, podría marcar la diferencia en una entrevista de trabajo.

De acuerdo con esta investigación, los nombres que transmiten una sonoridad más “suave” generan una percepción de mayor honestidad, amabilidad o incluso apertura a nuevas experiencias, características muy valoradas en los procesos de selección. Por lo tanto, un detalle tan ajeno a tus capacidades profesionales como tu nombre podría convertirse en un factor inesperado en el resultado de una entrevista de trabajo.

Nombres, prejuicios y el impacto en una entrevista de trabajo

Los expertos lo explican con un concepto que recuerda al famoso efecto bouba-kiki, en el que las personas tienden a asociar ciertos sonidos con formas redondeadas y otros con formas puntiagudas. Trasladado a una entrevista de trabajo, esto implica que determinados nombres despiertan asociaciones mentales inmediatas en quienes reclutan, aunque estas no tengan nada que ver con la realidad del candidato.

En los experimentos del estudio se usaron nombres como Molly o Katie, frente a Liam o Tate, lo que resultó en que los primeros fueron percibidos como más cercanos, amables y honestos, mientras que los segundos se relacionaban con una personalidad más dura o rígida. Esto no significa que un nombre garantice el éxito o el fracaso en una entrevista de trabajo, pero sí que puede introducir un sesgo inconsciente en la evaluación.

Lo interesante es que este efecto se mantenía incluso cuando se añadía una fotografía al perfil o cuando se simulaba una breve entrevista de trabajo. Aunque la presencia visual reduce en parte el peso de la sonoridad, la primera impresión ya estaba condicionada por el nombre, lo que demuestra la persistencia de estos prejuicios.

¿Hasta qué punto puede condicionar tu nombre?

El hecho de que algo tan personal y permanente como un nombre influya en una entrevista de trabajo abre un debate en que por un lado tenemos la postura de se trata de un sesgo inconsciente difícil de evitar; por otro, refleja cómo las decisiones de contratación a veces se apoyan en señales irrelevantes en lugar de centrarse en las competencias reales.

Lo cierto es que, aunque este tipo de sesgos existen, no determinan de manera absoluta el resultado, ya que una buena preparación, transmitir seguridad y demostrar tu valor añadido siguen siendo claves para superar una entrevista de trabajo; aunque lo cierto es que este estudio sí que nos invita a reflexionar sobre la necesidad de procesos más justos y objetivos en la selección de personal.

Hoy en día muchas empresas incorporan sistemas de reclutamiento basados en algoritmos, pero estos también pueden reproducir o incluso amplificar los sesgos. Por eso, reconocer que algo tan simple como el nombre tiene peso en una entrevista de trabajo es el primer paso para diseñar procesos más transparentes.

Cómo afrontar una entrevista de trabajo en la que el nombre no juega a tu favor

La buena noticia es que, aunque no podamos cambiar nuestro nombre, sí podemos aprender a manejar estos sesgos, por lo que la preparación previa es fundamental: investigar la empresa, anticipar las preguntas más comunes y preparar ejemplos concretos de logros ayudan a compensar cualquier percepción inicial. En una entrevista de trabajo, mostrar confianza, naturalidad y empatía puede ser suficiente para cambiar la balanza a tu favor.

También conviene tener en cuenta que cada vez más compañías aplican entrevistas ciegas en fases iniciales, ocultando datos personales como el nombre, la edad o el género. Esta práctica, aunque no está generalizada, ayuda a reducir la influencia de factores irrelevantes en una entrevista de trabajo.

Por último, no debemos olvidar que este estudio pone el foco en algo que muchas veces se pasa por alto, es decir, en la importancia de que quienes reclutan reciban formación para detectar sus propios sesgos. Reconocer que el nombre puede condicionar una decisión es clave para garantizar que una entrevista de trabajo se centre en lo que realmente importa: las capacidades, la experiencia y el potencial del candidato.