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La pandemia comportó una situación muy complicada a nivel mundial, los enormes cambios en hábitos diarios, miedo, confinamiento, roles familiares, trabajo, noticias, aumento de la violencia en el hogar, pérdida de familiares, problemas económicos. Condujeron a un estado de estrés difícil de sobrellevar para gran parte de la población. Escenarios en los que ha sido necesaria una adaptación al estrés y a un contexto lleno de incertidumbre.
En situaciones así, el cuerpo y el organismo se activa y se prepara dando respuestas para manejar la situación: aumenta la adrenalina, disminuye el sueño y se produce un aumento de la energía. Esta activación no puede durar mucho tiempo puesto que el cuerpo necesita recomponerse, ya que a nivel psicológico sufrimos un fuerte desgaste y agotamiento.
Sin tregua para la salud mental
Pero parece que no hay tregua, tras mejorar la situación producida por la pandemia sucede un hecho grave e inesperado para Europa. Y es que tras lo vivido estos dos últimos años lo que menos se podía esperar es el conflicto armado entre Rusia y Ucrania. Situación que desestabiliza y rompe la tranquilidad y el control necesario para sentirse seguros.
La población mundial se enfrenta a un nuevo contexto que conlleva caos, angustia, miedo e incertidumbre. Sentir, empatía, miedo y preocupación es parte del ser humano y para muchas personas las reservas emocionales se sienten demasiado bajas como para hacer frente a una situación así.
La ansiedad puede conducir a la acción, a dar una respuesta solidaria con la causa, colaborando y aportando recursos. Por el contrario, un exceso de información puede provocar un estado ansioso perjudicial, llevando a la población a sentir fatiga emocional.
No es posible mantenernos ajenos a lo que sucede en el mundo, la pandemia y el conflicto armado han traído y traerán consecuencias devastadoras, directas e indirectas para la población mundial. La opción que está a nuestro alcance para cuidar nuestra salud mental (además de acudir a profesionales especializados) es gestionar la información que consumimos.
La cantidad de información a la que estamos expuestos por multitud de vías y medios de comunicación nos mantienen en un estado de alarma que prolongado en el tiempo no es beneficioso.
Es fundamental tomar conciencia de ello, gestionar la información a la que tenemos acceso para prevenir este estado tan abrumador, que por desgracia afrontamos actualmente.