La construcción es un oficio clave y de esos que en ocasiones pasa de generación en generación. Es el caso de Santiago Carpintero, que aprendió de su padre el valor del esfuerzo y la pasión por la obra. Ahora, en un momento en el que los jóvenes se interesan poco por este sector, él recuerda que lo tuvo siempre claro: “Desde pequeño iba con mi padre; más que ayudar, estorbaba, pero me encantaba”. Sobre el futuro de este oficio, lo veo complicado: “Es para toda la vida, pero no vamos a tener mano de obra”.
Aunque lo tenía claro, Santiago buscó otras opciones antes de decantarse finalmente por la construcción. Estudió un grado medio de telecomunicaciones, pero al finalizarlo confesó a su familia que lo suyo era ser albañil. Se ha tirado toda la vida en la obra, aunque desde hace cinco lo hace de manera profesional. Además, está presente en redes sociales, El albañil de TikTok, y comparte su contenido sobre su trabajo, además de ofrecer consejos para que la gente pueda hacer algunos arreglos en casa.
Los jóvenes apuestan por otras salidas para su futuro
En la actualidad, la construcción no es un empleo que atraiga a los más jóvenes. Para Santiago, “quieren tener un trabajo cómodo, no quieren ensuciarse las manos y aunque se paga bien, prefieren estar en una oficina con aire acondicionado”. Por ello, cree que en un futuro “va a hacer falta mucha mano de obra y no la vamos a tener”. Así, dice que “no sé quién va a seguir construyendo las casas, que no se van a levantar con robots ni con Inteligencia Artificial”.
Para Santiago, lo mejor de su trabajo es “el trato con los clientes y el ganarme su confianza”. Añade que es “muy satisfactorio” cuando terminas una obra desde cero y entregas las llaves al cliente sabiendo que lo has hecho tú con tus propias manos. Pero también hay momentos duros, entre los que destaca “el calor del verano”. Y es que “a las tres y media no hay nadie en la calle y nosotros seguimos ahí. Y en invierno, el frío, porque trabajamos al aire libre”.
Una profesión bien remunerada
Santiago considera que la profesión de albañil está “bien pagada” ya que un oficial puede tener una buena nómina y piensa que puede ir a más en el futuro puesto que cada vez hay menos gente que se dedique a esto: “Un oficial puede ganar entre 1.800-2.000 euros al mes, mientras que un peón estaría en los 1.500-1.600 euros al mes”.
Él es autónomo, lo que hace que “en lugar de trabajar vivir”, vive para “trabajar y pagar”. Es para Santiago el gran problema, ya que el colectivo está “ahogado” porque “no recibimos ninguna ayuda, ya no en cuanto a dinero, en cuanto a facilidades. Tienes que buscarte un buen gestor y, si él se equivoca, el que pagas las consecuencias eres tú”. Por eso pide “más apoyo para las autónomos, no sólo de la construcción, también de la fontanería, la electricidad o la carpintería, no tenemos respaldo por ningún lado, sólo trabas”.
De este oficio señala que ha aprendido una de las cosas más importantes, “el valor del del esfuerzo”. Y es así porque cuenta que ve “a muchos jóvenes con trabajos cómodos, pero llega el fin de semana y acaban pidiendo dinero a sus padres porque se lo han gastado en apuestas deportivas”. A él, la albañilería le ha enseñado que “el dinero cuesta mucho ganarlo y que, si quieres algo, tienes que conseguirlo con tu propio sudor. Nadie va a venir a la puerta de tu casa a regalarte nada”.