En un día a día en el que el tiempo tiene mucho valor, hay negocios que se han convertido en imprescindibles para una buena parte de la población, ya que ayudan en tareas a las que por diferentes circunstancias no pueden llegar durante la jornada. Uno de ellos es el de las lavanderías, que se han convertido en una opción que cada vez eligen más españoles para iniciar una aventura empresarial. Lo es porque conlleva un inversión accesible para muchos bolsillos, tiene una rentabilidad alta y una gestión prácticamente automática. Por tanto, esto conlleva a beneficios limpios. En algunos casos, la facturación alcanza los 12.000 o 13.000 euros al mes.
Una inversión accesible y una rentabilidad difícil de igualar
Daniel es el director de la cadena La Wash, un de las principales de nuestro país con 350 centros. Según él, la inversión inicial parte de los 45.000 euros, con los que se cubren los gastos de maquinaria, mobiliario y sistema de pago. A esta cantidad hay que sumar los de mano de obra, electricidad, fontanería o pintura, lo que aumenta la inversión a los 80.000 euros aproximadamente.
Desde La Wash, dirigida por Daniel, se asegura que los franquiciados recuperan su inversión en tres años, con una rentabilidad del 50%. Esto se consigue gracias a una estructura de costes baja y una gestión sencilla: “Es un negocio desatendido, pero no pasivo”, dice Daniel. Aunque el funcionamiento es automatizado, los propietarios deben tener el local en las mejores condiciones de limpieza, controlar los productos y atender posibles incidencias.
En cuanto a las cifras, hablan por sí mismas. Una lavandería media factura cerca de 5.000 euros al mes, pero aquellas que están en zonas de tránsito elevado pueden superar los 12.000-13.000 euros al mes: “Cada máquina debe facturar entre 800 y 1.000 euros para ser rentable”, declara Daniel. Este es uno de los motivos por los que las lavanderías se han convertido en una de las opciones más estables dentro del sector retail.
Mientras los ingresos son elevados, los gastos no lo son tanto. Los fijos son: alquiler, seguro, internet y servicio de atención telefónica. Hay otros variables como el consumo de agua, luz y detergente, que es un 25% del total de la facturación. Pero, a mayor gasto, mayor ingreso. Por eso, que las lavadoras no paren es una buena señal.
Un cambio en el estilo de vida
El paso de gigante dado por el negocio de las lavanderías está directamente relacionado con los cambios en los estilos de vida. Hay viviendas que son más pequeñas, menos tiempo libre y una demanda constante por la comodidad que ayudan al buen funcionamiento de las lavanderías: “Lavar la ropa es una necesidad básica, todo el mundo tiene que hacerlo y en una hora pueden resolverlo”.
Para Daniel, otras de las ventajas es que se trata de un negocio sin empleados fijos, lo que reduce el gasto de personal y simplifica la gestión. Además, las lavanderías modernas están digitalizadas por completo: permiten abrir y cerrar el local de forma remota, controlar las máquinas desde una aplicación y ofrecer facturas automáticas.
Las claves de las lavanderías
A la hora de elegir el local, hay tres puntos importantes a tener en cuenta para Daniel: buena ubicación, visibilidad y un alquiler acorde al tamaño del negocio: “Con cinco máquinas, el alquiler ideal ronda los mil euros. Si el coste es más alto, se come la rentabilidad”. En cuanto al perfil del cliente, ha cambiado en los últimos años. En zonas céntricas predominan estudiantes y turistas, mientras que en barrios residenciales acuden más familias.