Ahorrar siempre es una buena noticia y ahora será posible, aunque a muchos les cueste creerlo, en la tarifa del gas. Será en los meses de enero y febrero cuando podría darse un respiro inesperado para los bolsillos tras años en los que el coste era demasiado elevado, tanto que en algunos casos se optase por no encender la calefacción y resguardarse del frío de cualquier otra manera. La clave de este giro está en dos factores: un gas más barato de lo habitual y un viento que tira con fuerza del sistema eléctrico. Esta combinación podría hacer que el coste del gas bajase un 45% que el pasado invierno.
Un escenario tranquilo
A estas alturas del año lo habitual sería escuchar que, de nuevo, el gas vuelve a subir, que los dirigentes de la Unión Europea están preocupados y que el mercado se ha vuelto loco una vez más. Pero el pasado noviembre todo fue diferente: temperaturas más altas de lo esperado, menos calefacción encendida y cargamentos de gas natural licuado entrando en el viejo continente sin prisa y sin disputa. Con esta mezcla, el precio de gas se ha quedado en 30-35 euros por megavatio hora, un nivel que hace un año parecía impensable.
Con este escenario tan tranquilo, todo hace indicar que la luz se movería en una franja entre 60-65 euros el MWh, una cifra que casi suena a ciencia ficción si se compara con las anteriores. Es más, si se diese la circunstancia de que el mercado se pusiera nervioso y el gas subiese a 36-42 euros, la electricidad seguiría más barata que el año pasado.
Otro protagonista de la bajada
También juega un papel importante en el desplome de los precios el sector de la eólica. En otros momentos soplaba durante horas solares y también al caer la noche, justo cuando el gas suele imponer su ley. Ahora no ha sido así y esto ha provocado que el precio de la electricidad llegue a mínimo de 49 euros e MWh en el mes de noviembre, un descenso que parecía reservado a momentos muy excepcionales.
Esta presencia tan fuerte de la eólica ha cambiado por completo la dinámica del mercado. Cuando hay viento, el sistema se apoya mucho menos en los ciclos combinados y los precios bajan sin esfuerzo. El único riesgo, como es habitual, aparece en los días de frío y sin aire, cuando el gas vuelve a mandar y los precios pueden subir. Pero lo dicho, las previsiones hablan de una bajada importante para los próximos meses.
El petróleo, irrelevante en el coste final
Aunque se suele asociar cualquier movimiento en el petróleo con una subida inmediata en la energía, este año parece ser distinto ya que no está generando tensiones en el mercado eléctrico europeo. De hecho, su debilidad responde más a un exceso de oferta que a una crisis clásica de demanda o geopolítica.
En estos momentos el petróleo flota en abundancia y esto hace que no tire del precio de la luz ni empuje a Europa a estrategias de emergencia. Es un elemento más de este invierno atípico, en el que casi todas las piezas encajan en un escenario sorprendente favorable.
Por fin tranquilidad en el invierno
Después de años de sobresaltos, este invierno llega con algo tan simple como necesario, la tranquilidad. No es una garantía absoluta, el mercado energético no lo es, pero sí una oportunidad real de respirar y, quizá, de empezar a mirar la factura sin tanta resignación.