A veces lo hacemos sin querer, por impulsos, pero sin saberlo estamos cometiendo una infracción por la que la Dirección General de Tráfico (DGT) castiga con 4 puntos del carnet de conducir y una multa de 200 euros. Una acción más que evitable, que no es otra que la de no mantener la distancia de seguridad con el coche que hay delante. No hay una distancia mínima, es la apropiada para frenar sin colisionar con el vehículo que llevamos delante. Para cumplirla está la conocida como regla de los dos segundos, que consiste en dejar un intervalo mínimo entre coches que garantice cierto margen de reacción.
En los últimos años, desde la DGT, se ha puesto especial énfasis en la obligación de mantener la distancia de seguridad, sobre todo en las vías rápidas. No se hace por casualidad y es que los accidentes por alcance siguen siendo uno de los motivos más habituales en autovías y autopistas. Detrás de muchos de ellos está el mismo patrón, un conductor que circula demasiado pegado al vehículo precedente, lo que aumenta el estrés y reduce el margen de reacción.
Además, esta costumbre está vinculada, en muchos casos, a la impaciencia y las prisas del día a día, que se trasladan al volante. El problema está en que esta manía que se ha socializado y muchos la consideran como una forma de invitar al coche de delante a apartarse o acelerar. Pero hay que tener en cuenta, como circunstancia muy importante y que resalta la DGT, que la carretera no es el lugar en el que se deben imponer los ritmos de cada persona ni marcar el territorio. La convivencia ahí exige respeto a las distancias, aunque cueste un poco más.
La distancia segura
La normativa de la DGT obliga a mantener una distancia que permita frenar sin chocar con el vehículo que hay por delante en caso de que haya una detención brusca. No se fija un número de metros exacto, porque depende de la velocidad y de las condicione de la vía. Como referencia, para muchos expertos, está la citada anteriormente regla de los dos segundos
Eso cuando las condiciones meteorológicas son buenas, porque cuando llueve, hay niebla o la carretera está en mal estado, los especialistas recomiendan amplia ese intervalo e incluso duplicarlo. En estas circunstancias, la adherencia de los neumáticos empeora y la distancia de frenado crece de forma notable.
Un gesto que multiplica el riesgo
Son muchos los conductores que reconocen que en ocasiones se pegan al coche de delante más de lo debido y con la única intención de “meter un poco de presión”. Haciendo esto consideran que lograrán que el otro se aparte del carril izquierdo o acelere para adaptarse a su ritmo. Sin embargo, esta estrategia lo único que hace es comprometer la seguridad de ambos y generar una tensión innecesaria.
Además, la persona que va delante puede distraerse al sentirse presionada, cometer errores o frenar de manera brusca por puro reflejo de defensa y el que circula demasiado cerca no tiene margen para reaccionar. A la mínima variación, el alcance resulta casi inevitable y se produce un accidente con daños materiales, posibles lesiones y un buen susto para ambos conductores y sus acompañantes.
Cómo reaccionar si alguien se pega demasiado
No siempre se trata de lo que uno hace al volante, también depende de cómo reacciona el conductor a las acciones peligrosas de otros. Así, si un vehículo está demasiado cerca (por detrás), la clave es mantener la calma y no entrar en un juego de provocaciones. Aumentar la velocidad, frenar de forma brusca o responder con gestos lo que hace es empeorar la situación, como recuerda la DGT. Lo más prudente es facilitar, en cuanto sea posible, que el impaciente conductor pueda adelantar.
