El turismo es una fuente de ingresos millonaria para países, comunidades autónomas y ciudades, pero no todo es positivo. Cuando se superan ciertos límites, en número y actuaciones, aparecen los movimientos en contra del mismo. Existe, en algunos lugares, la turismofobia y en España hemos visto como en ciertos puntos se han alentado manifestaciones contra la masificación y muchas de ellas de una gran alcance mediático. Por ello, se lucha para una comunión entre locales y visitantes. Un ejemplo de ello es El Trato Andaluz, una campaña lanzada por la Junta de Andalucía que quiere acabar con cualquier atisbo de turismofobia e insistir en la importancia de que lugareños y turistas “convivan” en un mismo territorio.
La presentación de esta iniciativa la realizó Arturo Bernal, consejero de Turismo del gobierno andaluz. Con esta campaña no se pretende captar más visitantes a la comunidad o abrir nuevos mercados, el objetivo es dar ciertas pautas a los turistas y sensibilizar sobre el sector. Según Bernal, se pretende establecer “un contrato de convivencia entre el ciudadano andaluz y el visitante”.
En otras palabras, el Ejecutivo andaluz quiere luchar contra turismofobia e insiste en la importancia de la convivencia entre sus ciudadanos y los que visitan cualquiera de las ocho provincias que conforman la comunidad. Entre las palabras que más se repiten, además de convivencia, están las de respeto y responsabilidad.
En la presentación, Bernal pidió a los andaluces que se sumen a El Trato Andaluz para conseguir “un turismo que refleje lo mejor de nuestra tierra y proyecte un futuro de oportunidades para todos». También habló de «turismo responsable» e incluso de convertir a la comunidad en «un ejemplo de cómo un territorio puede recibir al mundo sin perder su esencia”.
Así se pretende llegar a todos
La intención del gobierno de Andalucía es la de desplegar esta campaña a través de los medios de comunicación y “soporte novedosos” que permitan llevarla a los visitantes en los puntos más concurridos de la comunidad. El punto más importante está en un vídeo de dos minutos de duración en el que se anima a los turistas a apostar por los negocios y productos locales, conocer Andalucía más allá de sus grandes ciudades o respetar el descanso de sus ciudadanos y su derecho a disfrutar de espacios como las playas. En total, el pacto se articula en ocho puntos, entre los que se incluye uno que pide a los turistas que usen el agua con responsabilidad.
La tensión tiene un nombre
El resultado de la tensión que se produce entre el lugareño y el visitante se traduce en turismofobia, un sentimiento de rechazo hacia el turismo masivo que se conoce muy bien por el gobierno andaluz. En 2023 se publicó un informe en el que se reconocía que, aunque la mayoría de los andaluces coincidían en que el turismo es un motor económico, el sector debía pensar como quería crecer: “La excesiva afluencia, en especial de los visitantes más disruptivos, provoca problemas de convivencia, ruido, suciedad e incidentes”.
Este informe iba más allá y dejaba clara dos advertencia. La primera, el riesgo de que una avalancha de turistas pueda saturar infraestructuras y recursos municipales. Segundo, que un exceso de visitantes pueda acabar degradando la calidad del destino.
Las tensiones se aprecian en muchos lugares, también en las calles. A lo largo de los últimos meses, ciudades como Málaga y Sevilla, así como otras en otros puntos de España, han registrado manifestaciones de vecinos que claman contra la saturación de sus ciudades y el efecto que la misma tiene sobre el mercado del alquiler residencial.