El mundo de los sueños tiene sus propias normas, estamos en un lugar en el que lo imposible parece que forma parte de la rutina. Eso sí, hay tareas cotidianas que se convierten en imposibles de verlas en un sueño, como por ejemplo leer un libro o mirar un teléfono móvil. Para ello hay una explicación, la ciencia cuenta con varias razones para convencernos de por qué los elementos de la vida moderna tienen poca cabida en nuestros sueños. Todo se centra en que durante la fase del sueño REM la actividad en las redes prefrontales del cerebro están muy disminuidas y es aquí donde se tiene almacenado el control ejecutivo y el lenguaje. Por ello, si durante el sueño estas neuronas están dormidas entonces no vamos a poder leer de forma correcta un texto e incluso coger un smartphone en las manos.
Lo asociativo, visual y emocional
Cuando estamos durmiendo parece ser que no queremos trabajar o estar usando el teléfono móvil. Esto es debido a que en este rango de tiempo la actividad del área límbica, relacionada con la parte emocional y visual, se dispara. Esto se traduce en que el contenido de los sueños se inclina hacia lo asociativo, lo visual y lo emocional en detrimento de otras tareas que requieren un gran foco analítico, como operar una interfaz compleja.
De esta manera, el material de nuestra vida despierta pero no se copia de forma literal a los sueños, sino que se integra de forma selectiva y transformada, priorizando la carga emocional sobre fidelidad funcional.
La incapacidad de leer textos
El mismo principio neurocognitivo es el que explica otro de los fenómenos más conocidos: la incapacidad de leer textos de forma estable. Lo que provoca es que los caracteres literalmente se muevan o distorsionen porque no se está estimulando tanto las redes como el lenguaje.
Esto también se aplica a los números, los cálculos matemáticos o la simple tarea de mirar un reloj digital. Los estímulos que requieren una precisión simbólicas fina tienden a volverse ilegibles o a cambiar de forma constante. Aunque algunos estudios con soñadores lúcidos han demostrado que se pueden realizar operaciones básicas bajo condiciones experimentales, fuera del laboratorio, la estabilidad de los símbolos es casi nula.
Ni olor ni sabor
Mientras que la vista y el oído dominan el paisaje onírico, otras modalidades sensoriales está ausentes casi por completo. Los estudios sistemáticos basados en diarios de sueño son consistentes al mostrar que las experiencias olfativas y gustativas son extremadamente infrecuentes. Sus apariciones se sitúan en cerca del 1% de todos los informes de sueños.
El espejo
Verse reflejado en un espejo es algo casi imposible de conseguir en un sueño. En los sueños, los detalles de alta resolución como un rostro propio reflejado, un texto o una interfaz, también tienden a transformarse o distorsionarse en cuanto intentamos examinarlos con detenimiento. Es decir, la estabilidad visual no es lo común.
Las amenazas, muy presentes
En contraste con la ausencia de teléfonos móviles o libros, hay un tipo de contenido que parece que esta más que presente en los sueños y se trata de las amenazas. Soñar con ser perseguido, caer, enfrentarse a un peligro e incluso con elementos como tormentas o serpientes es algo extremadamente usual. En ocasiones lo recordamos a la perfección porque justamente nos hemos despertado al momento sudando o con el corazón a mil por hora.
Esto respalda la conocida Hipótesis de Simulación de Amenazas, propuesta por el filósofo Antti Revonsuo, que sugiere que los sueños podrían tener una función evolutiva: servir como un entretenimiento virtual para ensayar como responder a un peligro de la vida real.