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El Gobierno aprobó los abonos gratuitos para Cercanías, Rodalíes y Media Distancia y pasaron tres meses hasta que Renfe y el Ministerio emprendieron medidas para evitar irregularidades. «Se está produciendo un uso fraudulento de algunos viajeros. Hacían reservas de plazas que después no eran usadas e impedían que otros usuarios pudieran hacer uso de esas plazas.
Cuatro meses después de endurecer los controles y las sanciones para evitarlo como por ejemplo, la restricción en el número de viajes que puede formalizar al día cada viajero o la penalización a aquellos que reserven plazas que no usen el fraude continúa.
Fuentes de Renfe consultadas por la SER aseguran que el uso irregular se da en un 0,2% del total de los abonos. Es un elemento «residual», dicen. Tanto que desde el pasado viernes 28 de abril, han decidido flexibilizar las condiciones por las que sancionan a los usuarios. Hasta ahora, se incautaba la fianza y anulaba el abono a aquellos usuarios que anularan el billete en las dos horas previas a la salida del tren. Ahora ese margen horario desaparece.
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¿Qué está ocurriendo realmente?
Por su comodidad, muchos usuarios de estos abonos gratuitos reservan asientos en distintos horarios para garantizar su viaje a la hora que mejor les convenga. Lo que hacen es cancelar sus reservas a última hora para evitar sanciones.
En la práctica, se dan dos problemas fundamentales: el primero es que muchos de los viajeros que hacen buen uso de su abono no pueden comprar su billete, porque los asientos aparecen bloqueados hasta poco antes de la salida del tren. El segundo, que muchos trenes viajan con muchísimos asientos vacíos a pesar de figurar como completos.
El caos es tal que algunos usuarios aseguran estar organizándose para hacer los trayectos en coche. Es justo el efecto contrario que pretendía esta medida. Los abonos buscan «incentivar la demanda de transporte público y contribuir a reducir las emisiones de CO2», señalaba la compañía en diciembre.