La Administración se está beneficiando, ya que gracias al voluntariado el 53% de las acciones sociales están siendo gratuitas.
Los profesionales que trabajan en el ámbito social, están viendo como sus puestos están siendo ocupados por personas voluntarias, con o sin formación específica para llevar a cabo el trabajo, aunque es un trabajo que requiere determinados conocimientos, habilidades, actitudes, un saber hacer, que solo se puede adquirir mediante la formación y la experiencia, parece que es un trabajo que lo puede hacer cualquiera, olvidando que se está trabajando con personas, y aunque la persona que se ofrece voluntaria vaya con su mejor intención, los resultados pueden ser negativos para aquella que necesita una ayuda profesional.
El hecho que la profesión del trabajador social, se entienda como un voluntariado, es algo cultural, siempre ha habido personas que han sufrido carencias, necesidades, pobreza o exclusión, de las cuales la Administración Pública no se ha hecho cargo o no ha cubierto todas sus necesidades, por lo que se produce un movimiento solidario entre la población para ayudar aquellos más desfavorecidos.
El Estado está obligado a cubrir estos servicios, ya que debe defender y favorecer los derechos sociales, y más cuando el número de parados y de personas que están necesitando ayuda de los servicios sociales está aumentando.
Los profesionales que han dedicado años de su vida a formarse, están encontrando grandes dificultades para poder desarrollar su carrera profesional en el mercado laboral:
- Los contratos que se ofrecen suelen ser de media jornada, sin pagas, ni vacaciones, y sin garantías de continuar trabajando a largo plazo. Y muchas veces para poder llevar a cabo un buen trabajo con los usuarios tienen que hacer horas extras no remuneradas.
- En ocasiones se encuentran que los recursos son insuficientes para poder llevar a cabo sus funciones, lo que crea frustración en el trabajador y descontento en la población.
- Las funciones que realizan los profesionales son comparadas con las acciones que realizan los voluntarios, por lo que hay una falta de reconocimiento a la labor del trabajador.
Si nadie se dejaría operar por un voluntario, por la responsabilidad que conlleva, tampoco deberíamos permitir que los voluntarios intervengan con personas que están sufriendo una situación delicada, pues el daño que se les puede causar puede repercutir a lo largo de toda su vida.
La Ley del voluntariado establece que “el voluntario no podrá en ningún caso sustituir al trabajo retribuido”, para saber si el trabajo que se está haciendo es voluntario o debería ser retribuido, tendremos que tener en cuenta:
- Debe firmarse un compromiso con la empresa u ONG, en el cual se definan los derechos y obligaciones de los voluntarios, y donde la organización indique que la relación que existe entre ambos es de trabajo voluntario. Aunque un juez, viendo las funciones reales que realiza podría decidir que ese trabajo es remunerado.
- Los voluntarios no pueden percibir retribuciones económicas, se les puede compensar los gastos que les causa la realización del voluntariado (ejemplo: transporte). Si la compensación no es a causa de los gastos, se entendería como un trabajo retribuido.
- Si la duración del trabajo que realiza el voluntario, es igual a una jornada laboral y se da durante un largo periodo de tiempo, también sería considerado como trabajo retribuido.
- Si con anterioridad se ha realizado el mismo trabajo de modo retribuido, y a causa de un despido o finalización del contrato, continua realizando el mismo trabajo de manera voluntaria, se entendería que el trabajo es retribuido.
Fuentes:
El Mundo
Ley 6/1996, de 15 de enero, de Voluntariado