El mundo de la pedagogía, es ese desconocido por muchos, del que todo formamos parte de manera más o menos consciente. Cada acto humano, enmarcado dentro de una sociedad concreta, ocurre sobre la base de un marco educativo específico, ya sea en un ámbito familiar, académico, laboral o comunitario.
El pedagogo o pedagoga será el encargado de analizar, planificar, organizar, desarrollar, investigar y evaluar la educación en todo su desarrollo, a lo largo de toda la vida, desde una perspectiva social o educativa. Es en esta última donde podemos incluir la pedagogía escolar, la más popular de las ramas de este gran árbol.
La pedagogía se presenta en los centros educativos para guiar, apoyar, orientar, capacitar y enriquecer la vida y cultura escolar, teniendo como objetivo la evolución y el desarrollo de la comunidad educativa. Para ello, el pedagogo debe considerar la situación del centro, sus necesidades y características particulares, debe tener en cuenta el contexto social en el que se encuentra y, en consecuencia, desarrollar su trabajo, siempre estrechamente ligado al profesorado, quienes verán en él a un compañero asesor.
Cada centro educativo asume una actuación escolar basada en una perspectiva pedagógica que, según la ideología del centro, podrá seguir una u otra corriente educativa. La tendencia general está siendo la pedagogía activa, que fomenta el papel del alumno como centro de la educación, una educación cada vez más práctica, que comienza a desplazar las metodologías más tradicionales por otras que defienden que son los propios alumnos quienes deben ir marcando sus propias pautas de desarrollo. Sea cual sea el tipo de corriente, el pedagogo deberá sumergirse en ella para sacarle el máximo partido, gestionando el centro en la diversidad, emitiendo diagnósticos sobre el alumnado, orientándoles en las diferentes etapas educativas, a nivel académico, laboral o personal.
Hasta aquí, lo que debería ser, pero la realidad del pedagogo en las escuelas suele darse bien distinta, y es que al final el profesor no termina de ver al asesor, el alumnado no termina de ver al guía y la comunidad educativa en general, de la que también forman parte las familias, no terminan de entender cuál es exactamente el papel de esa persona que de vez en cuando se cruzan por allí.
Tristemente puede que ni el mismo profesional, sumido un poco en la pasividad y la desmotivación, no recuerde parte de sus funciones. Esto viene dado, entre otros factores, por la infravaloración por parte de la sociedad, que da a la pedagogía cada vez un papel menos relevante. ¿Motivos? El pedagogo hace crítica de lo establecido para mejorarlo, y esto a algunos les puede parecer incómodo. Aun así, esta podría considerarse una visión demasiado pesimista, es bueno recordar también que, como la vida, la educación se abre camino, rompiendo lentamente las barreras que la estancan.