La Audiencia Provincial de Madrid acusa a un joven de infligir numerosos golpes a su pareja con piernas y manos, e incluso con una barra metálica, para a continuación pisarle la cara. También se le imputa haber utilizado un radiador para realizar quemaduras considerables a la víctima y, por último, introducir una colilla apagada de un cigarrillo en la vagina. Este caso que lleva al extremo lo que conocemos como violencia de género, no es el único que se ha producido en España. Según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, en 2014 fueron asesinadas 53 mujeres a manos de sus parejas.
En comparación con años anteriores, podemos observar que esta cifra se mantiene en los últimos años lo que nos lleva a plantearnos si no sería necesario un cambio para que esta cifra se redujera más. Además, según estos mismos datos, el 32% denunció a su pareja por violencia y solo el 18.9% solicitó medidas de protección, tras lo cual apunta que todas las campañas de sensibilización y de apoyo a este colectivo no parece funcionar cuando la mayoría no denuncia a su agresor. No obstante, los motivos profundos de este silencio que suelen señalar los expertos son el miedo, la existencia de hijos, la vergüenza y la dependencia económica del agresor.
Por otro lado, estos estudiosos distinguen dos categorías dentro de la violencia de género: física y de control. Dentro de la violencia física, encontramos agresiones en muy diferentes niveles, incluido la violencia sexual, y homicidios. En cambio, la violencia de control en muchas ocasiones corresponde a una fase anterior al maltrato físico y resulta alarmante por llegar a ser tan común, sobre todo en los grupos más jóvenes. Recientemente se ha realizado un estudio sobre este tema por parte del Gobierno y se ha concluido que uno de cada tres jóvenes considera «inevitable o aceptable» en algunas circunstancias controlar los horarios de la pareja, impedir que vea a su familia o amistades, no permitir que trabaje o estudie o decirle cosas que puede o no puede hacer. Con palabras de Eusebio Mejías, director técnico del Centro Reina Sofía y de la Fundación de Ayuda a la Drogadicción, el significado de estos datos es verdaderamente significativo en equidad de género puesto que muestra que todavía perviven muchos estereotipos culturales.