La Aemet lo confirma: estos son los factores por los que se declara una ola de calor (y no solo la temperatura influye)

Una ola de calor no es simplemente una semana de mucho bochorno y, aunque en pleno verano nos parezca normal que los termómetros se disparen, lo cierto es que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) solo considera este fenómeno cuando se cumplen criterios muy concretos. No basta con sudar a mares, para que se declare oficialmente una ola de calor, debe haber al menos tres días consecutivos con temperaturas máximas anormalmente altas en buena parte del país.

Pero además de la duración y la intensidad, la ola de calor tiene que afectar, como mínimo, al 10 % de las estaciones meteorológicas que la Aemet tiene distribuidas por todo el territorio. Es decir, se trata de algo más que una racha de calor sofocante en una sola ciudad, sino que tiene que haber una afectación amplia y persistente que supere los registros habituales para esta época del año.

No todas las olas de calor son iguales

El problema con el término “ola de calor” es que no existe una definición universal, ya que incluso la propia Aemet reconoce que su uso puede ser subjetivo, sobre todo en verano, cuando es normal que haga calor. Por eso, para evitar confusiones, se apoya en una metodología muy clara basada en tres fases.

Primero, identifica los episodios cálidos, que es tres días seguidos en los que se supera una “temperatura umbral” específica en cada una de las 137 estaciones seleccionadas. Luego, si al menos un 10 % de esas estaciones están dentro de ese episodio, se habla de “día cálido”. Por último, si hay tres o más días cálidos seguidos, se considera oficialmente una ola de calor. Y si entre dos eventos similares solo pasa un día, se computan como una sola ola.

Por si fuera poco, la Aemet no se queda solo en los días y grados, sino que también analiza otros cuatro factores: la duración total del episodio, el número de provincias afectadas, la intensidad máxima alcanzada y cuánto se desvía esa temperatura respecto a lo habitual (lo que se conoce como anomalía térmica).

La ola de calor que está por venir (y cómo protegernos)

Por desgracia para los que prefieren el frío al calor, es probable que este año vivamos más de una ola de calor, y la primera ya la tenemos limpiándose los pies en el felpudo de nuestra casa (vamos, que ya está en nuestra puerta). Lo peor de todo, es que debido al cambio climático, las temperaturas se están volviendo cada vez más extremas, y el calor que pasaremos este próximo fin de semana será prueba de ello.

Desde el Ministerio de Sanidad y Protección Civil han sacado una serie de recomendaciones básicas (como pasa verano sí, verano también) que debemos seguir, porque las olas de calor son peligrosas para las personas, sobre todo para ciertos grupos vulnerables como ancianos, bebés, embarazadas y pacientes con enfermedades crónicas. Algunas de ellas son bastante lógicas, aunque nunca está de más recordarlas: beber agua con frecuencia aunque no se tenga sed, no hacer ejercicio en las horas más calurosas del día, usar ropa ligera y no quedarse dentro de coches cerrados.

Pero no solo debemos tener cuidado cuando estemos en la calle, ya que es importante que mantengamos nuestras casas lo más frescas posibles aprovechando las primeras horas del día para ventilarla.

También debemos estar atentos si sufrimos mareos, fatiga intensa o dolores de cabeza que persistan más de una hora, ya que todo esto son síntomas de que estamos teniendo un golpe de calor, que es una de las consecuencias más comunes y a la vez graves de una ola de calor.