Las bajas laborales que están relacionadas con las salud mental se han convertido en todo un problema para las empresas, y es que no hablamos de un asunto de unos pocos o que se relaciona con un sector en concreto, sino que es algo que afecta a toda la sociedad por igual, causando graves perjuicios que afectan directamente a la productividad, al clima organizacional y a la retención del talento. Muchos especialistas han señalado que las empresas aún no comprenden la magnitud de todo esto, incidiendo en que la salud mental no es un asunto privado del trabajador, sino que es algo que condiciona el rendimiento y la sostenibilidad del propio negocio.
Nos enfrentamos a una realidad bastante clara, ya que el desgaste emocional, la desmotivación y el síndrome de burnout junto con la falta de estrategias preventivas provoca un círculo vicioso en el que la presión, las expectativas poco realistas y la desconexión con los objetivos generan absentismo y bajas prolongadas. Los peores datos los muestran los últimos estudios, en los que se muestra que más de la mitad de la población española reconoce experimentar síntomas de estrés laboral que impactan negativamente en su salud mental, siendo este uno de los principales factores por los que se concede la incapacidad temporal.
Cuál es la clave para proteger la salud mental en el entorno del trabajo
Las soft skills, o habilidades blandas, entran en escena como un recurso del todo imprescindible para poder garantizar la salud mental dentro de una organización, las cuales abarcan la regulación emocional, la comunicación asertiva, la flexibilidad cognitiva y la capacidad de pedir ayuda. Y es que todas ellas ayudan a los trabajadores a poder gestionar mucho mejor la presión y a prevenir el desgaste emocional, así como los problemas derivados de dichos factores.
Además, hay cinco competencias que se consideran esenciales para las grandes empresas, las cuales son el pensamiento crítico, la curiosidad, la adaptabilidad, la inteligencia emocional y el compromiso con el propósito organizacional. Cada una de ellas, permite crear un entorno mucho más saludable en el trabajo.
Por su lado, la regulación emocional nos permite reconocer y controlar las propias emociones y comprender las de los demás, puntos muy importantes para disminuir la tensión y los conflictos. En cuanto a la comunicación asertiva, esta nos permite evitar malos entendidos y las sobrecargas que afectan directamente a la salud mental; mientras que la adaptabilidad y flexibilidad cognitiva hacen mucho más fáciles el manejo de cambios inesperados y reducen la sensación de impotencia.
Si nos fijamos en la curiosidad y el pensamiento crítico, estos fomentan la autonomía, y el propósito compartido incrementa la motivación y refuerza la conexión emocional con la organización.
Qué puede hacer la empresa para impulsar la salud mental de sus trabajadores
Ahora que conocemos las habilidades blandas o soft skills, estas no deben quedarse solo en un concepto abstracto, sino que deben pasar a la acción, y las empresas pueden hacerlo implementando algunas medidas concretas, que pueden ir desde diagnósticos participativos y talleres prácticos hasta programas de mentoring que permitan intercambiar fortalezas entre compañeros. Además, la formación integrada y experiencial, que combina ejercicios prácticos, simulaciones y proyectos reales, permite que los trabajadores apliquen estas habilidades en situaciones reales, reforzando su capacidad para gestionar estrés y emociones.
También es importante que se le dé visibilidad al propósito corporativo, es decir, comunicar cómo los proyectos y decisiones diarias se alinean con los valores de la empresa ayuda a que los empleados sientan que su trabajo tiene sentido, fortaleciendo así la salud mental y evitando la desconexión emocional que, en muchas ocasiones, sienten los trabajadores.