El burnout ya no es una palabra de moda ni una simple excusa para justificar el cansancio laboral, sino que ha pasado de ser algo abstracto o poco creíble a un fenómeno real y reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un síndrome asociado al entorno de trabajo. Este fenómeno está afectando cada vez a más empleados en España y se caracteriza por sufrir estrés, agotamiento, falta de motivación, ansiedad y dificultades para desconectar, síntomas que están llevando a muchos trabajadores a cuestionarse su relación con el empleo.
En los últimos años, los casos de burnout se han disparado; y es que detrás de este aumento hay un cóctel que combina presión constante, exceso de tareas, miedo a perder el trabajo y la tecnología que nos mantiene conectados las 24 horas. Todo ello desemboca en un resultado, y es el de que cada vez más personas llegan al fin de semana con la cabeza llena de preocupaciones, y el domingo se convierte en una cuenta atrás angustiosa hasta el lunes que no nos deja disfrutar ni de un día libre que tenemos en el trabajo.
Qué es el burnout y cómo se manifiesta
El burnout es también conocido como síndrome del trabajador quemado, lo cual ya nos puede dar una idea de lo que supone, aunque para ser exactos y ahondar más en esta cuestión hay que decir que es un estado de agotamiento físico, emocional y mental que surge como respuesta a un estrés laboral prolongado. Y no, no aparece de un día para otro, ni nos levantamos una mañana con el despertador y lo sufrimos de golpe, sino que se va gestando lentamente, hasta que el cuerpo y la mente dicen basta.
Los primeros signos del burnout suelen pasar desapercibidos, ya que suelen tratarse de cansancio permanente, irritabilidad o problemas para dormir. Posteriormente, a estos se le suman la falta de concentración, la pérdida de interés por el trabajo y esa sensación de estar atrapado como si fuéramos un hámster en una rueda que no deja de girar. En los casos más graves, se llega incluso a experimentar fobia laboral, con ansiedad solo de pensar en el lugar de trabajo o en tener que enfrentarse a ciertas personas o situaciones.
A menudo, el burnout no solo afecta al rendimiento profesional, sino también a la vida personal, ya que la irritabilidad y la falta de energía acaban filtrándose en casa, afectando las relaciones familiares y sociales. De hecho, muchos de los que lo sufren aseguran sentir una desconexión total con todo lo que antes disfrutaban.
Las causas más comunes del burnout
El burnout puede tener distintos orígenes, pero casi siempre hay un elemento en común, y es justamente la sensación de no poder controlar las exigencias del trabajo. Y es que tener un jefe imprevisible, una carga laboral inasumible o la presión constante por cumplir objetivos imposibles son detonantes habituales, aunque también suele aparecer ese afán de perfeccionismo, la competitividad extrema o el miedo a cometer errores.
En España, según datos de varios estudios de salud laboral, cerca del 40% de los trabajadores afirman sentirse emocionalmente agotados y un 25% reconoce haber pensado en dejar su empleo por este motivo. Tradicionalmente, las profesiones con mayor riesgo de burnout suelen ser las que implican contacto directo con otras personas, como la sanidad, la educación, la hostelería o el servicio al cliente, aunque a día de hoy ninguna área está libre del estrés, sobre todo después de la llegada del teletrabajo, el cual ha difuminado los límites entre la vida personal y profesional, así como las horas que dedicamos a cada uno.
Cómo combatir el burnout antes de que sea demasiado tarde
Prevenir el burnout requiere tanto un compromiso doble, es decir, que debe ser tanto personal como una responsabilidad colectiva por parte de las empresas. En el plano individual, es esencial reconocer las señales a tiempo; además de que debemos practicar la desconexión real, es decir, dejar los problemas de oficina en la oficina y no tenerlos todo el rato pululando en nuestra mente, a lo que se le puede sumar el aprender a decir que no.
Por su parte, las empresas también tienen una responsabilidad directa, ya que es parte de su trabajo el fomentar entornos laborales saludables, ofrecer apoyo psicológico y promover el equilibrio entre la vida laboral y personal.