La DGT ha cerrado el ejercicio de 2024 con una cifra que, seguro, hará que muchos se sorprendan, y es que ha recaudado más de 500 millones de euros en multas, algo que no ha tardado en generar debate, tal y como nos podemos imaginar, sobre todo porque casi el 70 % de esa recaudación proviene de sanciones por exceso de velocidad. En otras palabras: correr sale caro, y cada vez más.
Este dato, que ha sido confirmado por el propio organismo, coincide con una intensificación de los controles y una digitalización cada vez mayor de sus sistemas de vigilancia, lo que permite detectar más infracciones en menos tiempo y con más precisión. Pero la pregunta que muchos se hacen es si realmente estamos ante un modelo preventivo o ante una estrategia que tiene más que ver con un afán recaudatorio que con la propia seguridad de los conductores.
Controles mucho más completos… y rentables
Durante la última gran campaña especial de vigilancia que tuvo lugar durante abril de este 2025, se calcula que la DGT vigiló a unos 1,2 millones de vehículos en apenas una semana, lo que supone un incremento con respecto a otros controles que se habían realizado con anterioridad. Otra cifra más que destacable es que más de 75.000 conductores fueron multados por superar los límites de velocidad actuales, lo que supone un aumento de un 6,5% con respecto a las que hubo durante la campaña de verano del año pasado.
Y, aunque en términos de porcentajes ese crecimiento no nos llame en un principio la atención, es necesario mirar dónde se han llevado a cabo, ya que la mayoría de las multas se concentran en autovías y autopistas, mientras que en carreteras secundarias, que siguen siendo las más peligrosas en cuanto a siniestros mortales, las sanciones han sido mínimas, suponiendo solo 1.900 denuncias en este tipo de vías durante toda la operación.
Multas y la digitalización a debate
Una de las claves de este aumento lo podemos encontrar en un mayor despliegue tecnológico, es decir, que los radares de tramo, cámaras inteligentes y los dispositivos portátiles han hecho no solo que se amplíe la cobertura que se tenía hasta ahora, sino que es posible detectar más infracciones de forma automática y en tiempo real, suponiendo un mayor control, pero también muchas más multas, es decir, más dinero para las arcas del Estado.
Con ello llegamos a una cifra que supera los 500 millones de euros en multas, de las cuales se calcula que dos de cada tres de ellas están asociadas al exceso de velocidad, lo que supone más de 330 millones de euros que se han ingresado en el plazo de un año.
Por supuesto, desde la DGT insisten en que estas campañas tienen una finalidad claramente preventiva y educativa, pero no son pocos los que se preguntan si el enfoque actual está siendo realmente eficaz o si, por el contrario, está más pensado en recaudar dinero que en reducir accidentes.
¿Más multas significa más seguridad?
No podemos negar la realidad de que el hecho de que las sanciones sean más duras y que el aumento de los controles han hecho que muchos conductores se lo piensen dos veces antes de pisar un poco más el acelerador, pero también es cierto que no todas las multas tienen el mismo impacto, ni todas las carreteras están igual de vigiladas.
Las cifras dejan claro que el foco está puesto en lugares donde se tiende a ir más rápido, ya que es más sencillo colocar radares y detectar infracciones. Sin embargo, las estadísticas de siniestros mortales apuntan a las carreteras secundarias como el principal problema, por lo que muchos ciudadanos y conductores se preguntan si no deberían redirigirse esos esfuerzos o si el modelo que tenemos actualmente de verdad está cumpliendo la función para la que ha sido diseñado.