Los repartidores de comida a domicilio están en peligro. En Glovo ya empieza a verlos más como un problema que como una herramienta. Tras la problemática que hubo por el proceso de contratación, ahora Oscar Pierre, fundador y consejero delegado de la plataforma, aseguró que en un plazo de entre 5 y 10 años las entregas de las empresas las harán drones “terrestres o aéreos”. Un aviso del temido, pero esperado, cambio en la industria del delivery y que también repercute, y preocupa, en el sector de transporte.
No es la primera ocasión en la que plataformas como Uber Eats o Glovo coquetean con la idea de reemplazar a los repartidores por robots en nuestro país. Es más, en ciudades como Alcobendas y Zaragoza se repartieron pedidos de empresas como Dia o Telepizza mediante esta modalidad, pero son programas que todavía no se han generalizado.
Desde las compañías ven la opción que comentó Pierre como una forma de dejar atrás tanto las reclamaciones de la Ley rider como los problemas generados por el proceso de contratación. Aunque genera otros conflictos, desde los despidos masivos que se puedan productor a la crisis reputacional que pueda conllevar, parece que para Glovo, en este caso, sería más fácil lidiar con ellos que mantener la disputa con la figura del rider.
Lo que está claro es que estamos ante una situación más que delicada para los riders. A pesar de las críticas internas sobre cómo se ha llevado el proceso de contratación, o incluso a los problemas que se atravesaban cuando eran falsos autónomos, el trabajo de repartidor sigue siendo la única opción de trabajo para un alto porcentaje de ellos. Esto es algo que les obliga a buscar una solución para no perder su forma de sustento. Por el momento, todavía, quedan años para que se dé esta realidad con la que algunas compañías parecen soñar, pero el comentario de Pierre y los movimientos recientes que hizo Uber son un recordatorio de que se trata de una cuestión de tiempo.
Diversificar los ingresos
Mientras que esto sucede o no, tanto Glovo como el resto de empresas del sector delivery, siguen buscando diversificar sus ingresos ofreciendo nuevas opciones a sus usuarios. Hay que destacar que a día de hoy Glovo no se presenta como una empresa de alimentos y sí de Couriers, al punto de que el contrato que ha diseñado para sus repartidores está construido sobre el convenio de mensajería de 2006, uno de los motivos por los que fue criticado y lo sigue siendo.
Pierre repitió en más de una ocasión su deseo de sumar otros productos a la aplicación, como el de acercar otros servicios a los usuarios. Esto es un paso clave también en su transformación, aunque es evidente que el delivery de restaurantes y supermercados sigue siendo su prioridad, ya que representa un 80% de sus pedidos.
En este contexto, es de esperar que la plataforma no deje a un lado este aspecto, con personas o con robots. Sin embargo, a medida que sigue evolucionando el mercado, es de esperar que las nuevas aplicaciones busquen nuevos espacios para acercarse a su base de usuarios.
Uber Eats presiona a Glovo
Mientras Glovo ha cambiado su modelo, hay una plataforma en el mercado del delivery nacional que no ha modificado su modelo de autónomos. A pesar de las sanciones millonarias y consecuencias legales a las que se enfrenta, Uber Eats lo mantiene.
Esto no cambia la situación de Glovo, ni tampoco su conflicto con los riders o los planes de automatización. Pero si Uber avanza en la automatización de su servicio de transporte, lo lógico es que es también lo haga en el de la entrega de alimentos.