Una nutricionista lo confirma: tus hijos aprenderán a comer mejor si aplicas estos pequeños cambios a tu rutina

La nutricionista Elisa Blázquez lleva tiempo señalando a muchas familias ciertas rutinas o hábitos que pueden implementar para que sus hijos aprendan a comer mejor, siendo estos pequeños gestos muy fáciles de implementar pero que pueden marcar la diferencia a largo plazo, sobre todo si se empieza a educarles desde el punto de vista nutricional desde que son muy pequeños, aprendiendo a cuidar ellos mismos su salud y a ser responsables de la misma.

Cambiar algunos hábitos, como compartir más comidas en familia o dejar que los niños participen al hacer la compra o cocinar, tiene mucho más impacto de lo que podemos llegar a imaginar y, aunque suene simple, lo cierto es que estas rutinas ayudan a que los menores asocien la comida con algo más que un trámite o una obligación. Se trata, en el fondo, de acompañarlos en el proceso de aprender a comer mejor sin caer en discursos culpabilizadores ni imposiciones estrictas, los cuales pueden resultar muy perjudiciales el día de mañana ya que pueden ser el principio de problemas como los ya conocidos TCAs.

Comer mejor es una cuestión de hábitos cotidianos

La obesidad infantil es ya una preocupación prácticamente a nivel mundial, tal y como se muestra en el documental Obesidad infantil, donde se le llama “la pandemia ignorada”, término impulsado por la Fundación Gasol, Y es que si nos vamos a los datos que nos muestran, podremos comprender con horror por qué es una cuestión tan importante, ya que actualmente hay más de 160 millones de niños entre 5 y 9 años que tienen obesidad, y uno de los principales problemas es que muchas familias no saben por dónde empezar para poder darle una buena solución.

La nutricionista Elisa Blázquez insiste en que para comer mejor no hace falta ponerse a dieta ni contar calorías, ya que en la mayoría de los casos, el peso como un tema puramente estético, siendo el primer paso dejar atrás esa concepción. “Un niño con sobrepeso tiene un 80 % de probabilidades de convertirse en un adulto con obesidad”, explica la nutricionista, lo cual, como ya sabemos, hace que la persona tenga más riesgo de padecer enfermedades como la diabetes tipo 2 o sufrir un infarto en el futuro. Pero podemos evitar todo eso si actuamos desde que son pequeños.

Y actuar no significa prohibir ni señalar, sino incluir a los niños en la rutina diaria de la comida, tal y como hemos señalado antes el ir al mercado, leer etiquetas juntos, cocinar guisos tradicionales, explicarles por qué un alimento es mejor que otro… hace que cuenten con una base de cara a tener en un futuro una buena salud y evitar que se demonice la comida.

Comer mejor empieza en casa y con el ejemplo

Y es que no es ningún secreto que los niños aprenden más por lo que ven que por lo que se les dice, por lo que si en casa se abusa de los ultraprocesados, si el azúcar está siempre al alcance o si las comidas se hacen frente al televisor, va a ser muy difícil que ellos aprendan a comer mejor. Por el contrario, si ven a sus padres cocinar legumbres, comer frutas o evitar refrescos, lo más probable es que sigan esta línea sin que se les tenga que decir nada.

La buena noticia es que no se trata de hacer grandes esfuerzos, sino de introducir pequeños cambios sostenidos en el tiempo, ya que comer mejor puede empezar por algo tan sencillo como cenar juntos sin pantallas o preparar la merienda la noche anterior con opciones más equilibradas. Pero es que si a eso se le suma el compartir algo de actividad física, como dar un paseo después de comer o jugar juntos en el parque, ya lo estaríamos haciendo genial.

El problema, como señala Blázquez, es que la falta de tiempo y el ritmo frenético de vida han desplazado la cocina tradicional, por lo que a día de hoy, muchos padres acaban tirando de lo fácil y rápido: galletas empaquetadas, zumos industriales, embutidos a diario… alimentos que, si bien solucionan una comida, no ayudan a comer mejor a largo plazo.