Joaquín Sabina recitó por última vez el pasado 30 de noviembre el manido «para decir ‘con Dios’ a los dos nos sobran los motivos». Después de su último vals se bajó en Atocha para quedarse en Madrid, una ciudad que se entregó por última vez a sus poesías -que son eso sus canciones- en el Movistar Arena, donde sus versos van a resonar durante 19 días y 500 noches. Después de colgar el bombín, le espera «el hogar del jubilado», tal y como publicó en redes sociales con ironía su querida Jimena (su mujer). Un retiro dorado en el que no solo habrá que tener en cuenta la pensión de jubilación que le corresponda de la Seguridad Social, sino también otra serie de cuestiones.
Después de más de medio siglo sobre los escenarios, a sus 76 años, es de suponer que Sabina contará con una pensión jugosa por cuanto ha tributado, por más que hace varios años tuviera que resolver alguna cosilla con Hacienda. La Agencia Tributaria llegó a solicitar casi cuatro millones de euros de sus derechos de autor, debido a que consideraba que no habían sido declarados correctamente, lo que les hizo mantener un litigio que duró casi diez años. Finalmente, en el verano de 2023, pagó unos dos millones y medio, después de que se pronunciase el Tribunal Supremo, y todo quedó arreglado.
El patrimonio de Joaquín Sabina
La última gira de Joaquín Sabina ha resultado ser una gran despedida de los escenarios y de un público que se entregó al genio de Úbeda en los más de setenta conciertos que ha dado alrededor de todo el mundo; sobre todo, en España y Latinoamérica. Obviamente, esto ha generado un ticketing generoso (en el Movistar Arena había más de 16.000 almas), a la altura de pocos artistas españoles en la actualidad, lo que viene a servir como una última ‘paga extra’, gestionada en la actualidad, como toda la actividad económica que le rodea, por una sociedad que recibe el nombre de Ultramarinos Finos.
Según publican diversas fuentes, en 2024 esta sociedad cerró el ejercicio económico con cerca de 200.000 euros en pérdidas, frente a los más de 575.000 euros del año anterior, si bien esto tiene una causa: los problemas de salud que Sabina había sufrido y la preparación de la la gira ‘Hola y adiós’. No obstante, económicamente su situación era sólida, al contar con un patrimonio neto de unos 5,7 millones de euros y con más de seis millones de liquidez. Ciertamente, el parón referido había hecho que los ingresos se redujeran… pero este 2025 han vuelto a ascender. Y dado que la empresa es propiedad de Joaquín Sabina y de su mujer, Jimena Coronado, y que, por si fuera poco, cuenta con activos inmobiliarios valorados en varios millones, su jubilación está asegurada.
Los derechos de autor
A todo esto cabe añadirle el que las canciones de Joaquín Sabina van a seguir sonando en eventos de todo tipo (cómo dejar a un lado baladas como ‘Contigo’ o canciones como ’19 días y 500 noches’). Y, por poco que pueda ser, cada reproducción le reportará beneficios. Así, después de aquella regularización de 2023, Joaquín Sabina habrá visto su cuenta engrosada desde entonces de nuevo a través de reproducciones en plataformas como pueden ser YouTube, que actualmente se estima que paga alrededor de dos céntimos por visita, o Spotify, una plataforma en la que cuenta con más de tres millones de ‘pinchazos’ mensuales, por los que se podrían estar generando unos royalties superiores a los 7.000 euros al mes.
Ciertamente, de aquí hay que extraer otra serie de valores, como son los derechos compartidos de algunas de sus creaciones con otros autores como Pancho Varona (hasta hace no tanto, su inseparable amigo, que escribió alguna de las más reconocidas). Sin embargo, teniendo en cuenta todas las cuestiones anteriores o que Sabina participa también como socio en otras sociedades, es de suponer que, gracias al legado que construyó durante décadas, no pasará apuros y podrá disfrutar, ahora sí, de esa jubilación dorada tan merecida.