La exigencia de los 10.000 pasos al día para cuidar nuestra salud se instauró en gran parte de la sociedad y parte de culpa la tuvieron las diferentes aplicaciones que aparecen en los dispositivos móviles, que intentan controlar nuestra actividad física. Con estas herramientas, parecía que ya no se necesitaba nada más para estar en forma y tener una salud de hierro. El problema, como suele pasar en muchos otros ámbitos, es que muchos creyeron en esto. Pero ojo, los expertos no están de acuerdo. Tal y como asegura José Abellán, cardiólogo, “no hay que caminar 10.000 pasos al día para cuidar el corazón, basta con menos”. ¿La cifra real? Unos 7.100. Eso sí, no solo basta con esto, hay muchas más cosas que hacer y otras que no.
El origen de una leyenda
La norma de tener que andar 10.000 pasos nace en 1964, cuando se celebraron los Juegos Olímpicos de Tokyo. La empresa japonesa Yamasa Clock and Instrument lanzó al mercado un podómetro llamado Mampo-kei, que significa literalmente 10.000 pasos, con motivo de este gran evento internacional. Decían que ese número de pasos aportaba longevidad, pero la razón por la que se eligió no era otra que por cuestiones de marketing.
En el momento en el que se diseño el producto no había ningún estudio científico que confirmase que ese número de pasos era el adecuado para la salud. Pero se convirtió en una recomendación tan popular que los científicos se lanzaron a investigar sobre el número real de pasos necesarios para una buena salud. Por ahora, tras estudios realizados, parece que no son los 10.000 establecidos.
No es lo que se dijo
Abellán, en su perfil de Instagram, pone en conocimiento lo que dice uno de los últimos estudios publicados sobre esta cuestión: “En realidad, no son 10.000, son menos, e importa mucho cómo los des”. Es lo que dicen en Journal of the Amerian College of Cardiology. Para el cardiólogo “lo que han visto los investigadores es que con una base de datos enorme, de más de 110.000 pacientes, han conseguido asociar la cantidad de pasos que dan las personas al día con el riesgo de presentar mortalidad por cualquier causa o eventos cardiovasculares, como, por ejemplo, un infarto”.
Lo primero en lo que se detuvieron los investigadores fue que “la relación entre pasos que dan al día y el pronóstico y el riesgo no es lineal, sino que habría una dosis óptima de pasos al día”, comenta Abellán. Y lo que observaron es que la mortalidad por cualquier causa empezaba a bajar a partir de que los voluntarios daban 8.700 pasos, 1.300 menos de los pasos que muchos están dando por una creencia popular.
Sobre el número de pasos a partir del que disminuían los eventos cardiovasculares era todavía más bajo de esos 8.700 pasos (y mucho más de los 10.000 creídos). En este caso, había que dar 7.100, 2.900 pasos menos de los recomendados. Es a partir de esta cifra, 7.100, cuando se reducen los riesgos de mortalidad y los eventos cardiovasculares se reducen.
Añade Abellán que “los autores comparan a las personas que caminan lento, a unos 30 pasos por minuto, respecto a los que caminan a una mayor velocidad, digamos moderada, a unos 60 pasos por minuto, o quienes caminan rápido, que es entre 90 y 100 pasos al minuto”. A la preguntade quiénes son los que se benefician más de su paseos para cuidar y mejorar su salud cardiovascular, la conclusión es que “los que caminan algo más rápido tienen un mejor pronóstico que los lentos”.