En el momento en el que llega la jubilación parece que una persona tiene todo el tiempo del mundo para hacer aquello que no pudo anteriormente. Surgen numerosas preguntas de qué hacer y una de ellas, en muchas ocasiones, es la de cómo llegar con los menos apuros posibles a fin de mes. Es en ese instante cuando aparece con fuerza la idea que cada vez está cogiendo más peso en nuestro país, la de compartir piso entre personas mayores.
No se trata de residencias ni pisos tutelados que suenan fríos, hablamos de algo más normal, más humano: que dos o tres personas jubiladas vivan bajo el mismo techo con la idea de gastar menos y, sobre todo, de no sentirse solos.
Compartir piso siendo mayor
La idea no tiene mucho que explicar: dos o más personas jubiladas pueden decidir vivir juntos en una casa o un piso, cada uno paga su parte correspondiente para los gastos de luz, agua, limpieza o comida, por ejemplo, y todo resulta mucho más llevadero.
Lo mejor de todo es que cada una de estas personas tiene compañía. Puede desayunar con alguien, charlar durante el día y saber que tiene a alguien al lado por si tiene algún problema. Esto cambia por completo la idea de jubilación.
El ahorro es un punto clave
Hay que ser claros, la gran mayoría de las personas mayores que han dado este paso lo han hecho por dinero, por ahorrar. Y es que compartir es dividir gastos en alquiler, facturas, comida y limpieza, por ejemplo.
Así, para una persona que está cobrando una pensión media de 1.100 euros, ahorrarse una cantidad a partir de los 300-400 euros fijos es un cambio considerable en su día a día. Tiene margen para el ahorro y de paso para poder realizar algún plan fuera de casa, de darse un capricho.
No estar solo, otro de los motivos a tener en cuenta
Más allá del dinero, lo que gusta es la compañía. Mucha gente se queda sola después de enviudar o cuando los hijos se van de casa y esa solidad pesa. Así, compartir piso permite volver a tener una rutina social: preparar un café a medias, ver una serie por la noche, salir a pasear juntos y un largo etcétera. Quizá haya algún roce, pero eso también es cosa de la vida y puede que incluso se agradezca.
Los proyectos que funcionan en nuestro país
En ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia ya hay plataformas de viviendas que trabajan para el sector de las personas mayores. Algunas funcionan como webs en los que se busca un compañero de piso y otras son, directamente, cooperativas de personas jubiladas que organizan su propia comunidad.
En estos proyectos, los propios vecinos deciden sus reglas, organizan actividades y gestionan los gastos comunes. No se trata sólo de ahorrar dinero, es mantener la independencia y al mismo tiempo estar rodeado de gente con la que compartir el día a día.
Las dudas que surgen al respecto
Es un movimiento que está empezando, al menos en España, y no todo es perfecto. Hay muchas dudas sobre esta iniciativa: ¿qué ocurre si dos compañeros de piso no se llevan bien? ¿qué pasa si uno de ellos comienza a necesitar más cuidados?
Para resolver estas y otras dudas, en los nuevos modelos de coliving senior se insiste mucho en entrevistas previas, acuerdos por escrito y, en algunos casos, hasta mediadores. También hay que pensar en lo práctico: contratos adaptados, seguros y todo lo que pueda evitar líos en el futuro.