Muchas veces, cosas que muchos damos por hecho como es el salir de excursión con los amigos, tomarnos algo con ellos o cualquier forma de ocio, para otros no es una realidad que puedan llevar a cabo. Y no hablamos de porque no les apetezca, sino que, directamente, no pueden por contar con algún tipo de discapacidad. Y es que lo cierto es que en España (aunque no solo en nuestro país) tenemos muchos asuntos pendientes para con estas personas, resultando en ocasiones que parezcan un privilegio inalcanzable ara ellos.
Y claro que nos fijamos en si hay una rampa para que personas en silla de ruedas puedan subir o bajar unas escaleras, y claro que nos fijamos si un cajero tiene en sus teclas el código braille para personas con ceguera; pero debemos ir mucho más allá, ya que el ocio es otra de las situaciones que se nos deberían pasar por la cabeza cuando hablamos de la situación de una persona con discapacidad sin ser algo secundario, ya que es algo que todos tenemos derecho a disfrutar, y en igualdad de condiciones.
Lo cierto es que, dar respuesta muchas veces a las necesidades de estas personas es complicado, ya que cuentan con innumerables barreras, tanto visibles como invisibles. Y es que reírse con los amigos, salir a un concierto o apuntarse a un taller de teatro debería estar disponible para cualquiera; pero la realidad es que para muchos sigue siendo un deseo que no pueden cumplir.
El ocio inclusivo como derecho y como necesidad
Podemos pensar que, como tal, el tema del ocio inclusivo ha pasado por alto incluso a los gobernantes y leyes, pero esto no es así, ya que es un derecho reconocido por el artículo 30 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, ratificada por España en 2008. A pesar de haber tenido tiempo suficiente, 15 años ni más ni menos, el camino a recorrer en lo relacionado con esta cuestión aún es largo, ya que existen barreras arquitectónicas que impiden acceder a espacios culturales o deportivos, barreras comunicativas que dificultan desde la compra de una entrada hasta la comprensión de un cartel, y barreras actitudinales que, por falta de sensibilización, generan exclusión.
A todo ello se suma la barrera económica, y es que muchas familias no pueden asumir los costes extra de apoyos especializados, lo que deja el ocio relegado a “lo que sobra”; pero esto no debería ser un lujo, ya que forma parte de la calidad de vida de la persona. Para cualquiera, supone un espacio de bienestar, de relación social y de crecimiento personal. Para una persona con discapacidad, el ocio inclusivo es además una herramienta clave para reforzar la autoestima, fomentar la autonomía y construir vínculos afectivos sólidos, por lo que negar ese acceso es, en la práctica, negar un derecho básico.
Modelos de ocio inclusivo que funcionan
Esta realidad, y el saber que aún falta mucho para un ocio verdaderamente inclusivo, puede ser algo pesimista, aunque dentro de esa oscuridad podemos encontrar algunos ejemplos muy esperanzadores, los cuales se llevan a cabo por diversas entidades sociales que llevan diseñando programas específicos para ellos, en los que se combinan actividades adaptadas con la participación de personas sin discapacidad. Campamentos de verano, viajes, talleres de teatro o clubes de fin de semana son espacios donde se demuestra que otro modelo es posible.
Un ejemplo de todo esto lo encontramos en los programas de la Fundación Juan XXIII, donde jóvenes y adultos con discapacidad participan en viajes y actividades culturales con apoyos adecuados, para que los usuarios puedan ganar autonomía y confianza, y las familias, a menudo desbordadas, encuentran ese pequeño respiro que a muchas les hace falta para seguir tirando hacia delante.
Si bien esto es algo muy positivo y de gran valor para nuestra sociedad, es necesario poner sobre la mesa que este tipo de programas de ocio inclusivo no deben correr exclusivamente a cargo del tercer sector y su buena voluntad, sino que deben llegar también desde las administraciones públicas, las empresas privadas y de toda la sociedad en su conjunto.
En lo referente a la discapacidad es cierto. No hemos adelantado nada, al faltar n/padres no tenemos dónde ir. En las residencias no nos quieren, en ocasiones molestamos a los padres, al faltar uno de ellos, nos dejan en la calle.
Sí vivieran un día como nosotros, lo entenderían. Gracias