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Una parte considerable de los incendios forestales que se han declarado durante las últimas semanas han tenido un origen natural, el rayo.
Nuestros ecosistemas forestales conocen el paso del fuego y están adaptados a un determinado régimen de incendios naturales. Así, las especies vegetales mediterráneas han evolucionado adoptando estrategias rebotadoras o de germinación post-incendio. El fuego es, pues, un modelador de nuestros paisajes.
Y las comunidades rurales han utilizado durante milenios el fuego como herramienta de gestión. Pero hay que buscar alternativas al uso del fuego porque no se puede quemar como se quemaba antes, ahora hay más peligro, por eso se autorizan menos quemas.
El uso del fuego con carácter preventivo
También, el uso del fuego con carácter preventivo (quemas prescritas) o durante el incendio (fuego técnico), son herramientas y técnicas para reducir la biomasa y evitar un comportamiento más virulento del fuego. En este sentido, esta técnica solo puede ser ejecutada por personal experto formado para reducir carga combustible generando estructuras de vegetación y poder predecir el comportamiento de los incendios forestales (modelos de combustible forestal). También se usa el fuego para extinguir el incendio (contrafuego).
Nuestros montes sufren temperaturas extremas, olas de calor y del agravamiento de los períodos de sequía fruto del cambio climático, que tienen como resultado la sequedad de la vegetación. Aumenta la inflamabilidad, es decir: arden más fácilmente.
Estamos ante un territorio más caliente, más seco, más inflamable y abandonado que sufre incendios más frecuentes y devastadores. Por tanto, es urgente que se invierta en nuestros montes y en las actividades rurales para conseguir paisajes más resilientes. Porque si no se gestionan lo gestionarán las llamas de forma dramática y lo que perdemos es incalculable. Y más en un país con ¾ partes de su territorio en riesgo de desertificación (que no desierto, importante).
¿Hay que limpiar nuestros montes?
Los ecosistemas forestales no solo están formados por árboles, sino que son ecosistemas complejos donde también habitan especies herbáceas, matorral, arbustos, árboles muertos en pie y ramas y troncos caídos en el suelo. Cuanta mayor es esta diversidad biológica y estructural, más biodiversidad alberga, mejor es el estado de conservación y mayor es su resiliencia.
Gran parte de nuestro paisaje forestal es producto de muchas intervenciones humanas cuando no de su abandono. El resultado son masas forestales poco naturales, muy alejadas de la madurez y muy vulnerables ante plagas e incendios.
Por eso, y ante el riesgo de grandes incendios forestales, es importante establecer estrategias de reducción de la densidad del arbolado, el matorral o el pasto en determinados lugares para evitar el exceso y la continuidad del combustible, de esta manera el incendio puede frenar porque no dispone de alimento.
Por este motivo, cuando se habla de “limpiezas”, en realidad se habla de gestión e iniciativas como franjas de seguridad en urbanizaciones y espacios habitados, de cortafuegos, iniciativas para fomento de ganadería extensiva y pastoreo para reducir la carga de combustible, del aprovechamiento de la biomasa con fines energéticos, de la posibilidad de realizar quemas prescritas (controladas) que imiten los incendios de baja intensidad, etc.
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¿Los incendios se apagan en invierno?
Los incendios se apagan cuando se producen, es decir, durante todo el año. Cada vez más, los incendios forestales son un problema que afecta durante gran parte del año y en todos los territorios. No solo en verano, hay incendios en otoño, invierno y primavera; en invierno y primavera en la montaña cantábrica y zona noroeste, aunque no son tan mediáticos; y hay incendios en verano en gran parte del territorio ibérico, incendios que debido a las condiciones ambientales y meteorológicas adversas suelen derivar en grandes incendios forestales que producen mucha mayor alarma social e interés mediático.
No basta solo los esfuerzos en la extinción de incendios, sino que hay que abundar en políticas de prevención de incendios durante todo el año y la necesidad de tener profesionales trabajando durante todo el año en los montes. Si quisiéramos hablar de ausencia de prevención, sería más apropiado decir que la falta gestión del monte español es un problema estructural que se ha producido tras el abandono del medio rural durante la mitad del siglo XX.
¿Cuáles son las medidas a tomar cuando se extingue el incendio, hay que repoblar?
A pesar de que es cierto que los bosques y los árboles son un elemento necesario para combatir el cambio climático y mitigar sus peores impactos, la solución no es plantar árboles ni sembrar semillas de manera masiva sin criterios claros (como muchas iniciativas que surgen y que así justifican actividades muy contaminantes). Es necesario focalizar nuestras actuaciones en la importancia de una gestión forestal de masas existentes, una planificación de actuaciones, criterios definidos de selección de especie (climáticos, edafológicos, orientación, etc.), de otra manera contribuirán más al problema al sumar combustible para el fuego.
Replantar la zona quemada, no es la primera medida
Tras el drama de un incendio forestal, nos surge la necesidad de restablecer la masa forestal lo antes posible, con muchas peticiones de replantar la zona quemada, sin embargo, no es la primera medida que tenemos que tomar. Las primeras actuaciones de emergencia serán frenar los procesos erosivos actuales, controlar las posibles avenidas y favorecer la regeneración natural de la cubierta vegetal. También realizar construcciones provisionales en arroyos, ríos, lagunas para evitar los sedimentos. Otra actuación de emergencia es la saca de la madera quemada para evitar riesgo de propagación de plagas y enfermedades en plantaciones forestales, teniendo en cuenta que la extracción no sea por arrastre de troncos para evitar erosionar el suelo y no dañar la regeneración natural.
En el escenario donde transcurre el fuego, no podemos cambiar topografía, ni meteorología, pero sí hacer actuaciones en el paisaje para evitar estos días dramáticos. Incendios va a ver, pero no pueden llegar a este nivel. Por tanto, los incendios forestales se previenen y apagan cuando se negocian los presupuestos, momento en el que se ve el interés real por implantar políticas de gestión forestal y dinamización del medio rural que vayan más allá de las políticas de extinción del fuego.
Urge priorizar recursos económicos
Urge priorizar recursos económicos para incentivar la economía rural de los pueblos, fomentando actividades que generen paisajes fragmentados (mosaico) que ayuden a reducir el riesgo de propagación de grandes incendios forestales.
Los mundos rurales, nuestros pueblos y su actividad productiva sostenible, son clave para nuestra supervivencia y la de nuestros bosques. Apoyar los productos rurales sostenibles de cercanía se traduce en el fortalecimiento del medio rural, la fijación de población y, por tanto, en la mitigación de la emergencia climática y la pérdida de biodiversidad que estos días asolan nuestros bosques.