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Cuando una pareja decide separarse, se inicia un proceso de restructuración familiar bastante importante en el que se tienen que tener en cuenta muchas cuestiones. En este tipo de casos, tanto el bienestar emocional de los progenitores como el de los menores es una de las prioridades principales para llevar a cabo una separación positiva.
El hecho de que se produzca una separación conlleva a una serie de emociones y sentimientos entre los progenitores y sobre todo entre los más pequeños. Es cierto, que en la gran mayoría de las ocasiones una separación es un hecho muy traumático, para la persona que decide dar el paso (sino es consensuado por los dos) como para los menores. Por ello, es muy importante tener una separación consciente, es decir, separarse sin hacer daño al otro, al entorno familiar, a nuestros hijos e incluso a nosotros mismos.
¿Qué se quiere decir con esto?
Pues que la hora de que se produzca la separación o la ruptura, se requiere de buena voluntad entre las partes, en la que no exista una lucha de egos e impulsos de ver “quien hace más qué”, sino de parar a pensar, en tu bienestar y el de los que te rodean. Por ello es muy importante desarrollar una buena inteligencia emocional para saber manejar las emociones que van surgiendo en el proceso.
Además, el hecho de separarse conlleva mucha autorresponsabilidad, es decir, dejar de poner el foco en la expareja y centrarse en ¿qué podemos hacer para coordinarnos mejor? o ¿cómo podemos colaborar entre nosotros para que todo fluya bien? ¿cómo podemos llevar la crianza de nuestros hijos?
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Si te supera pide ayuda
Pues bien, en el caso de que esto no se pueda producir por voluntad propia en ninguna de las partes, es necesario que un profesional os acompañe en este proceso, que os guíe y os oriente en todas aquellas cuestiones que os inquietan personal y conjuntamente con el fin de poder tener una separación positiva y sobre todo que perdure en el tiempo.
El fomentar una relación positiva entre progenitores e hijos garantizará en todo momento los derechos que se han establecido en el seno familiar y lograrán su máximo desarrollo y bienestar. Por ello, es importante el desarrollo de una buena parentalidad positiva en el que el control parental se basa en el afecto, el apoyo, comunicación, normas, limites, acompañamiento e implicación en la vida cotidiana de los hijos, cosa que empieza a descuidarse en el momento de una ruptura.