El año pasado, 2024, los Países Bajos dijeron basta a los teléfonos móviles en sus colegios, lo cual fue en un principio una decisión no exenta de polémica pero que, con el tiempo, ha marcado un antes y un después en la educación de los países europeos, ya que este cambio no solo ha tenido efectos en el rendimiento académico, sino también en la forma en la que los estudiantes se relacionan entre ellos.
Un año y medio después, ya hay datos que muestran el impacto de haber eliminado los teléfonos del entorno escolar, y es que la concentración ha mejorado, el ambiente en clase se ha vuelto más tranquilo y muchos profesores coinciden en que, por fin, pueden dar clase sin interrupciones. El Instituto Kohnstamm ha sido el encargado de estudiar los efectos de esta medida y ya ha confirmado que el rendimiento en secundaria ha subido un 28 % y que la capacidad de atención ha mejorado en un 75 %, datos impresionantes que debemos tener muy en cuenta y que pueden decantar a otros países a tomar decisiones similares.
Los teléfonos se quedan fuera de clase
La norma no solo afecta a los teléfonos, sino también a tabletas y relojes inteligentes, lo cual tiene como objetivo principal el reducir distracciones en el aula y devolver la atención a lo que de verdad importa, que es la propia clase. La iniciativa se acordó entre el Ministerio de Educación, los centros escolares y las asociaciones de padres, lo que permitió que su implantación fuera menos problemática de lo esperado.
Eso sí, cada centro tiene cierta flexibilidad a la hora de aplicarla ya que no se trata de una prohibición estricta en todos los espacios, pero sí de un cambio profundo en la cultura educativa. Los teléfonos siguen estando presentes en la vida de los estudiantes, pero se han expulsado del aula para evitar que interrumpan el aprendizaje de los alumnos que se encuentran en ellas.
Los profesores también han opinado sobre los efectos de esta medida, y han dicho que ahora tienen más trabajo, ya que hay que gestionar más conversaciones, más conflictos entre alumnos y más momentos en los que el adulto tiene que mediar, pero lo ven como algo positivo, aunque nos pueda llegar a sorprender. “Discuten más, pero también se relacionan más”, señalaba Alexander Krepel, uno de los responsables del informe.
El prohibir los teléfonos móviles ha cambiado los colegios
En educación primaria, donde el uso de teléfonos ya era más limitado, el impacto ha sido menor pero positivo, ya que un 23 % de los centros ha notado una mejora en el clima escolar y un 73 % apoya esta medida como una forma útil de marcar límites y establecer normas claras. En los centros de educación especial también se han introducido restricciones, aunque con ciertas excepciones pedagógicas, pero más de la mitad de ellos ya han notado los beneficios.
El caso de los Países Bajos no es aislado, ya que por ejemplo España está estudiando implementar medidas muy parecidas a las del país neerlandés, punto en el que también se encuentran Reino Unido, Noruega o Suecia. Los datos de la Unesco lo avalan, ya que actualmente hay 79 países alrededor del globo que tienen normas que limitan el uso de los dispositivos electrónicos en los centros escolares, lo cual se traduce en un 40% de los sistemas educativos del mundo.
Aunque algunos pueden pensar que estas medidas son excesivas y que en un mundo rodeado por la tecnología, es mejor que los chavales hagan uso de ella para acostumbrarse, pero no se pretende demonizarla (ni mucho menos), sino enseñarles a hacer uso de la misma con control.