Hace unos días vi una publicación sobre la redistribución de las ayudas en esta crisis tanto a nivel europeo como a nivel mundial y quiero compartir algunos puntos que me parecieron interesantes de analizar:
Según esa publicación, vivimos en un planeta en el que la riqueza global creció durante el año pasado en un 2’6%. Así, a priori, podríamos decir que hay recursos de sobra para hacer frente a esta crisis.
La respuesta ante la emergencia sanitaria y la crisis económica en la que nos vemos sumergidos, no puede calificarse de otra forma que insuficiente y decepcionante. Ante un nuevo escenario de crisis social, derivado de la crisis sanitaria, las medidas tomadas hasta el momento vuelven a desequilibrar aún más la balanza y a dejar a los más vulnerables fuera del tablero.
En el estudio mencionado se hacía referencia a que el 57% de todos los adultos del mundo, tienen una riqueza inferior a 10.000 USD en 2019 pero al mismo tiempo 168 mil personas poseen, cada una, más de 50 millones de USD. Da la sensación que es a esta cúspide de la pirámide a quien le interesa que no haya una respuesta coordinada global que aborde las consecuencias de una crisis generalizada. El estudio mencionaba que únicamente uno de cada siete euros irá destinado a ayudas directas para sanidad, desempleo, servicios sociales o ayuda a familias. Esas medidas son insuficientes y vienen a señalar el desigual reparto de los esfuerzos económicos de los países que se analizan en el artículo que una vez más centran sus esfuerzos en el rescate a las entidades financieras y grandes empresas.
Esta es la respuesta global ante lo que se ha denominado en muchas ocasiones una guerra que se ha llevado y continúa llevándose vidas y ha provocado un frenazo en seco de las economías desarrolladas, y esto me lleva a pensar que no deberíamos mirar con optimismo como estos países van a reaccionar antes los efectos de la pandemia en los países más empobrecidos.
Todo esto me lleva a preguntar; ¿quiénes están al frente de esta crisis social? Las y los trabajadores sociales, educadores/as sociales, psicólogos/as sociales, juristas sociales, los y las voluntarias del banco de alimentos …
Igual que los y las sanitarias estaban enfrentándose a la crisis sanitaria sin medios ni equipos de protección, las y los trabajadores sociales en los equipos de servicios sociales se están enfrentando a esta crisis social sin recursos o con recursos que llegan de manera tardía. Recordamos que los servicios sociales son la primera puerta de acceso para los colectivos más vulnerables y se corre el riesgo que se conviertan en UCIS sociales. Hace unas semanas vi en algún sitio un concepto que me hizo reflexionar: “curva social”. Si las enfermeras y todo el personal sanitario estuvieron y están en primera línea para frenar la curva sanitaria; las y los trabajadores sociales junto a todo el personal de la intervención social estamos al frente de la curva social.
Me hizo preguntarme, después de la emergencia sanitaria, ¿a qué realidad nos vamos a enfrentar?, ¿qué hay más allá?
Nos ponemos en antecedes ¿cuál es la crisis que tenemos grabada en nuestras retinas?
La crisis de 2008 tuvo un efecto devastador del cual nos estábamos recuperando todavía. A falta de medidas sociales y económicas firmes para enfrentar la debacle, muchas familias sobrevivieron gracias a sus mayores, que estiraron como chicles unas pensiones convertidas en única fuente de ingresos de estas familias. De esa crisis, salimos en falso, con empleos cada vez más precarios y unos servicios públicos saboteados a golpe de privatizaciones. Sus consecuencias aún no se habían terminado de digerir. Las decisiones que se tomaron entonces fueron clave para entender con qué medios hemos contado para enfrentar esta emergencia en la que nos encontramos actualmente.
La crisis del coronavirus nos ha encontrado con las defensas bajas como sociedad. Esas personas mayores que sostuvieron a familias son las más vulnerables en esta crisis; las trabajadoras y trabajadores de los sectores más precarios, como el personal de supermercado, personal de servicio de limpieza o cuidados son quienes han sido declarados como servicios esenciales y han estado y aún están ayudando a sostener la vida. Y por supuesto, sin olvidar al personal sanitario, que ha tenido que enfrentarse a la saturación de hospitales sin los medios necesarios ya heredados de una época de recortes presupuestarios.
Hagamos un repaso de la situación vivida hasta ahora
Mientras la curva de contagios crecía de manera exponencial, también lo hacían los despidos, los expedientes de regulación de empleo y la incertidumbre ante el futuro. Como consecuencia, la curva de la desigualdad social se ha disparado.
La salida de la emergencia sanitaria ha requerido de un esfuerzo sobrehumano para afrontar la situación, pero ahora necesitamos esfuerzos para crear un escenario de salida social y económica de esta crisis y sobre todo no dejarnos a nadie por el camino.
Quiero hacer un llamamiento a la responsabilidad en cuanto a tomar medidas adicionales que, más allá de los pasos ya dados, permitan avanzar e impedir con ello que se repitan las trágicas situaciones que afectaron a tantas familias en el año a partir del 2008. Pero, además, debe de servir como punto de reflexión para plantear medidas más allá del corto plazo que esta vez planteen un sistema público estable para todos y para todas.
Creo que no podemos conformarnos con las medidas adoptadas por el gobierno, debemos exigir más y mejores recursos y medidas que nos lleven a una reconstrucción adecuada a esta crisis.