No solo las personas podemos padecer de ansiedad, también los animales. Y lo peor es que quienes la provocan en ellos, en la mayoría de los casos, son los propios dueños aunque también hay que decir que seguramente no sean conscientes de ello. La ansiedad canina, por tanto, no es un fenómeno aislado ni excepcional. Al igual que ocurre con las personas, algunos perros tiene la predisposición a desarrollar situaciones de mayor estrés o nerviosismo que otro. Ciertas razas puede ser más sensibles al entorno, a la falta de estimulación o estructura. Incluso aquellas más tranquilas pueden verse alteradas por la acción humana sin darnos cuenta. Por ejemplo, con el uso de una correa corta y dando tirones, como asegura una experta veterinaria, Bianca.
Aunque parte del temperamento del animal pueda ser genético, la razón no siempre es biológica ni está ligada a un “carácter difícil”. En el día a día de la mascota los humanos realizamos acciones que, sin pretenderlo claro está, aumentan su nivel de estrés. Los perros, con independencia de su raza, dependen de la predictibilidad, del entorno y de la forma en la que sus cuidadores gestionan situaciones cotidianas.
Los hábitos que se deben evitar
Bianca, que especializada en medicina del comportamiento y con presencia en redes sociales, comenta que existen ciertos “hábitos que sin querer empeoran la ansiedad de tu perro”, pese a que puedan nacer de una buena intención detrás de los mismos, por ejemplo querer educarles, que se porten bien, que aprendan a gestionar sus emociones, etcétera. Muchos perros viven nerviosos y no es porque sean difíciles, sino porque hacemos cosas que no ayudan.
El primero de los hábitos que según Bianca hay que evitar es el que tiene que ver con la caos en la estructura del día. Para un perro, al igual que para una persona, la vida funciona mejor cuando sabe lo que va a ocurrir. Así, “no tener un rutina fija” no es lo ideal, habría que tenerla ya que esto hace que se calmen “cuando saben lo que a pasar, les da seguridad”. Esto no quiere decir que todo esté planificado al detalle, pero sí mantener unos horarios de comida, paseos y descanso. El improvisar de forma contante puede generar al animal incertidumbre, algo que para muchas personas puede ser tolerable pero para los perros se traduce en pérdida de control sobre su entorno.
No se debe tampoco “ignorarles cuando están ansiosos”, añade la experta en el comportamiento de los animales ya que cree que se puede “reforzar una conducta, pero nunca una emoción”. Aunque los cuidadores consideren que no hacer caso a su mascota cuando está en un estado de ansiedad es beneficioso porque de prestar atención se premia al nerviosismo, “si tu perro lo pasa mal, necesita guía, ser visto, acogido”.
Y la comentada anteriormente, una en la que muchos no reparan: “Tirones en el paseo y una correa corta”. El paseo es el momento más relajante para los perros, por lo que una correo demasiado tensa les limita y aumenta su ansiedad y frustración. El paseo debería ser un espacio de explotación libre, dentro de lo seguro y lo permitido. Por ello, la veterinaria destaca que “con una correa larga se relajan más, exploran. Necesitan que darse un rato olfateando porque esto hace que bajen sus pulsaciones y se desenvuelvan mejor por el entorno”.
Aunque todos estos consejos puedan parecer detalles mejores, los tres hábitos marcan la diferencia en el bienestar emocional del animal. Ajustar rutinas, acompañar en las emociones y permitir paseos sin tensión son gestos que transforma el día a día de un perro ansioso.
