Aunque a simple vista puedan parecer idénticos, el vinagre blanco y el vinagre de limpieza no son el mismo producto, ya que el primero puede usarse en la cocina y es apto para el consumo humano, mientras que el segundo es exclusivamente para tareas relacionadas con la limpieza y, obviamente, nunca debe ingerirse.
Esta diferencia, que en principio nos puede puede parecer bastante lógica, se difumina un poco en ciertos momentos, sobre todo en las estanterías del supermercado, donde estos productos vienen en envases muy similares, algo que puede quedar en un gesto tonto de meter el que no queríamos en nuestra cesta y al llegar a casa darnos cuenta, pero que puede derivar en todo un peligro para la salud.
Y es que el aumento de la limpieza sostenible y de los remedios caseros ha dado más protagonismo al vinagre como alternativa a los productos industriales, aunque debemos tener en cuenta que no todo vale, ya que usar el vinagre de limpieza para aliñar una ensalada, por ejemplo, no solo te arruina el plato, sino que también supone un riesgo para la salud. Lo mismo ocurre a la inversa, ya que el vinagre blanco tradicional no tiene la misma eficacia desincrustante y puede quedarse corto en tareas más exigentes.
Composición, etiquetas y dónde encontrarlos
El vinagre blanco procede de la fermentación del alcohol, al igual que el vinagre de vino o el de manzana y su concentración de ácido acético se encuentra entre el 4 % y el 6 %, lo que lo hace apto para el consumo. En el otro extremo, nos encontramos con el vinagre de limpieza, el cual tiene una concentración más elevada que normalmente está en torno al 8 % o incluso más, lo cual nos ayuda mucho a eliminar grasa, sarro o cal, pero no está diseñado ni regulado para su uso alimentario.
Como ya hemos mencionado al principio de este artículo, uno de los grandes problemas es que los envases no siempre ayudan, ya que ambos productos pueden venir en botellas transparentes, con la palabra “vinagre” destacada. En ocasiones, incluso se utiliza el término “vinagre blanco” en ambas etiquetas, aunque la finalidad de cada uno no podría ser más diferente, por lo que la pista más importante para no confundirnos está en la ubicación del producto, ya que lógicamente el vinagre blanco suele estar en la sección de alimentación, mientras que el vinagre de limpieza se encuentra junto a los productos de droguería.
Usos del vinagre blanco en casa
El vinagre blanco es todo un comodín en la cocina, ya que nos sirve para aderezar ensaladas, marinar carnes, desinfectar frutas y verduras o incluso para cocer huevos sin que se rompan; aunque su utilidad va más allá de dar sabor a nuestros platos, ya que se puede usar para limpiar cristalería, eliminar olores en el microondas o dar brillo a los grifos y lo mejor de todo es que es seguro, versátil y económico.
Eso sí, tal y como ya se ha señalado, la capacidad de desincrustación que tiene es limitada, ya que si bien es útil para limpiezas ligeras o cotidianas, no sustituye a productos específicos cuando hay que enfrentarse a manchas de cal o acumulaciones de grasa importantes, momento en el que el vinagre de limpieza toma el relevo y entra en acción.
Y es que este producto ayuda a eliminar bacterias, siempre y cuando no se trate de mármol o piedra natural, ya que puede dañarlos, aunque también se utiliza para quitar restos de cal en grifos o mamparas. Lo mejor de todo es que es bastante delicado con las superficies y nos permite utilizar un poco menos los productos de limpieza con componentes más agresivos.