A finales del próximo mes de diciembre y también durante los primeros días de enero se llevarán a cabo los exámenes de la Dirección General de Tráfico (DGT) para poder ejercer como instructores de conducción, una buena salida profesional en un mercado laboral que cada vez está más complicado. Para poder ser profesor de autoescuela hay que cumplir con una serie de requisitos, entre los que están la necesidad de tener una formación académica mínima (Bachillerato o estudios equivalentes), titulación en Seguridad Vial, experiencia como conductor y superar tanto pruebas teóricas como prácticas diseñadas por el organismo de Tráfico. A todo ello, hay que añadir una buena aptitud física y psíquica, con certificados médicos actualizados.
Para aquellos a los que le preocupa la fase teórica, que sepan que en la misma se incluye normativa, legislación, técnicas didácticas y psicopedagogía aplicada a alumnos noveles. En cuanto a la parte práctica, se tiene que demostrar que se pueden guiar clases en circuito, en vías urbanas y en autopista, con habilidad pedagógica y dominio del vehículo. Por ello, el curso que se elija debe cubrir ambos componentes con profundidad.
Las características de un curso de preparación ideal
Antes de realizar la inscripción a un curso hay que fijarse en varios factores. El primero de ellos es que el curso debe incluir simulacros de examen de la DGT similares a los reales. Esto sirve de ayuda para conocer el tipo de preguntas, tiempos y ritmos. Luego es vital que enseñen técnicas didácticas específicas para aprender a conducir: saber cómo comunicar, corregir errores de estudiantes y anticiparse a los riesgos mientras se realiza la instrucción.
Otro punto a tener en cuenta es que el curso cuente con docentes que estén en activo ya que estos profesores pueden aportar experiencias reales, casos de clase y consejos prácticos que no aparecen en los manuales. También es importante que las clases prácticas, combinadas con teoría, se deben alternar entre el aula y el volante para interiorizar mejor los conceptos. Un buen curso actualiza sus contenidos según cambios legales o nuevas normativas de tráfico.
Por último, se debe saber si ofrecen mentores, tutorías personalizadas o seguimiento individualizado ya que cada estudiante avanza a su ritmo y contar con un guía puede marcar la diferencia.
La planificación hacia el examen
Con tiempo limitado, la estrategia importa tanto como el contenido. Por ello, si estás a falta de unos meses para el examen, es conveniente que diseñes un calendario de estudio riguroso, dedicando días fijos al temario teórico (legislación, normas de circulación y responsabilidades) y otros a la práctica con vehículo de enseñanza. Así se interioriza tanto el conocimiento cerebral como el manejo físico.
El repaso también es clave, por lo que hay que regresar a módulos antiguos para reforzar lo aprendido. Se recomienda utilizar test de entrenamiento con tiempo real para que adaptes al ritmo del examen oficial. Además, en cada sesión práctica es bueno aplicar lo que has visto en teoría. Para las últimas semanas el consejo es del de intensificar la simulación completa: exámenes, conducción en diferentes condiciones climáticas y rutas variadas.
Las ventajas de un curso específico para futuros profesores de autoescuela
Eligiendo un curso preparado directamente para ese examen evita que se pierda tiempo estudiando temas que son irrelevantes. Su estructura está diseñada para cubrir lo que la DGT exige, sin otras distracciones. Esto permite que centres tu esfuerzos en puntos débiles.
También es importante contar con clases enfocadas en pedagogía vial: enseñar a conducir no es lo mismo que saber conducir. Con estas clases aprenderás a estructurar una sesión, corregir errores de forma segura y adaptarte a diferentes estilos de aprendizaje de alumnos.
Otro beneficio clave es que con estos cursos estarás al día en cuanto a los cambios de normativa de la DGT.